El dormitorio es el lugar de la casa donde pasamos el 36 por ciento del tiempo y, durante el sueño, el cuerpo se olvida de la defensa para centrarse en la curación y la reparación. Es en ese momento cuando el cuerpo es más vulnerable a los agentes externos y los expertos han alertado de la gran cantidad de productos químicos y microbios que se instalan en las habitaciones.
Así, que los colchones sean seguros en caso de incendio no significa que sean seguros para la salud, ya que los productos químicos que se usan en su fabricación son tóxicos y todavía se desconocen las consecuencias que pueden tener a largo plazo.
La alfombra que tanto reconforta en las mañanas frías de invierno “está asociada con un mayor riesgo para la salud, incluidos efectos cognitivos leves, síntomas irritativos y asma”, según un estudio recogido por Daily Mail.
Otro objeto que no se libra es la almohada, que “contiene una cantidad sustancial de muchas especies de hongos y tiene implicaciones importantes para los pacientes con enfermedades respiratorias, especialmente asma y sinusitis”.
En lo que respecta a las bombillas, aquellas fluorescentes pueden dañar la piel y provocar insomnio al emitir luz ultravioleta.
Para evitar estos daños, los expertos aconsejan limpiar diariamente esta estancia, secarse el cabello antes de ir a la cama, exponer las almohadas y los edredones a la luz del sol y reemplazar las almohadas cada dos años.