Australia sigue ardiendo después de meses y tantos medios. Unos incendios en los que han muerto 32 personas y unos mil millones de animales. La virulencia y la rapidez con la que se propagan las llamas son uno de los motivos de este desastre.
En el último caso se observa con claridad cómo debido a un cambio en la dirección del viento el fuego arrasa todo en apenas unos segundos. El retén está tranquilo. Unos de los bomberos bebe un refresco mientras sus compañeros esperan refuerzos para enfrentarse al incendio que se aproxima. En unos segundos aumenta el viento y el conductor del camión alerta a sus compañeros. Mientras todos suben a los vehículos y abandonan la zona el cielo se oscurece. En 30 segundos el fuego ha invadido el lugar que ocupaban los bomberos. Ráfagas que superan los 100 kilómetros a la hora mueven las llamas al otro lado de la carretera. La escena se graba desde otro camión dotado con un sistema especial de protección contra incendios.