Tras caer al mar, los patitos llegaron a las costas de diferentes lugares del mundo, y hoy, 20 años después, todavía hay muchos que no han llegado. Un periodista estadounidense se ha dedicado a seguir la pista de estos patitos, siendo testigo de las corrientes, de la degradación de ellos con el paso de los años, del daño medioambiental que han causado, y de los cazarrecompensas.