El Duque y Cata siempre estuvieron destinados. Con ellos vivimos hace una década una historia de amor de lo más intensa que nos hizo en más de una ocasión contener la respiración. Un amor de infancia que se reencontró con los años y que hizo que la chica sencilla y algo acomplejada por su pecho se volviese a enamorar del antiguo vecino del barrio que regresaba ahora convertido en un acaudalado narcotraficante.
El Duque rompió los esquemas de Catalina y esta se metió de lleno en su peligroso mundo. La fantasiosa estudiante se deslumbró por aquella vida de lujo, pero pasada la primera fase en la que se creían invencibles juntos, ella se dio cuenta de que su príncipe azul la podía llevar a un oscuro abismo y asustada salió corriendo.
En ese mundo de excesos y dinero había demasiados riesgos para Catalina. De eso era muy consciente el Duque, pero no por ello quería renunciar a ella. Y cuando creíamos que la joven se había escapado asustada de su fiesta y también de su vida, él fue a su encuentro con un descapotable en una escena no apta para todos los corazones. Aquella persecución en toda regla por las calles culminó con un apasionado beso que tranquilizó a Cata y que de paso disparó la tensión emocional de todos por los aires.
Aquel primer beso lo cambió todo y lejos de seguir huyendo, Catalina se agarró de la mano del Duque para adentrarse en su mundo oscuro. Ya no había vuelta atrás. Su amor loco les llevaría a correr todo tipo de peligros e incluso a sentir que lo que más se ama puede en algún momento provocar un daño irreparable.