Thalia, vecina de las niñas secuestradas por su padre en Tenerife: “El mismo martes escuché jugar a las niñas”

  • Los vecinos aseguran que la relación entre los padres Tomás y Beatriz era cordial

  • Los hallazgos hacen temer lo peor sobre el paradero de las niñas Ana y Olivia

  • Vecina de las niñas desaparecidas: "No me quedé escuchando, pero era una situación normal”

Todavía sin noticias de las dos niñas desaparecidas tras ser secuestras por su padre en Tenerife, Miriam Gimeno, reportera de ‘El programa de Ana Rosa’, ha podido hablar en directo con Thalia, una vecina de la pareja que escuchó a las niñas jugando con su padre el martes por la tarde.

El martes por la tarde, Thalia, vecina de Tomás el padre que supuestamente ha secuestrado a sus hijas en Tenerife, se encontraba en casa de su madre, una vivienda muy cercana a la de los desaparecidos y escuchó a Tomás jugar como cualquier otro día con sus hijas. Según ha relatado, ella se encontraba secándose el pelo y paró al escuchar voces infantiles “pensé que mis hijos me estaban llamando” pero al comprobar que eran las hijas de los vecinos continuo con su tarea “No me quedé escuchando, pero era una situación normal”.

Thalia no tiene una relación de amistad con los padres de las menores, pero asegura que como vecina siempre ha visto un trato cordial entre ambos y que la noticia les ha pillado por sorpresa “En blanco porque no te lo esperas, para mí es una persona normal y corriente, como cualquier otro vecino… No conozco a la familia”. De hecho, ella ha visto en varias ocasiones entrar y salir a la madre de la vivienda “La he visto entrar y salir, y hace poco vino a buscar a las niñas… no les he visto discutir, una relación normal”, pero no puede asegurar si fue antes o después de su separación porque no lo sabe.

Los hallazgos que hacen temer lo peor en el caso de las niñas desaparecidas en Tenerife

Y es que poco a poco se van conociendo detalles del caso que preocupan y mucho. Él, el padre de las pequeñas, llamó a la que fue su mujer, para comunicarle que jamás volvería a verles, ni a las niñas ni a él. A esto se une una serie de hallazgos que no tranquilizan a los investigadores: el barco de Tomás abandonado a una milla de la costa, una sillita de bebé flotando en el agua cerca del yate e incluso algún rastro de sangre en cubierta que se están analizando.