En el Reino Unido, por ejemplo, desaparecen cada año alrededor de 70.000 niños. Cifras menores, pero igualmente trágicas, son las que registran países como Bélgica (1.022 niños desaparecidos el año pasado) o Italia (1.850 niños). En Alemania, 1.620 niños y jóvenes menores de 18 años permanecen desaparecidos.
Sin embargo, ¿cuántos de estos casos trascienden a la esfera pública? El enorme revuelo mediático que ha generado el Caso Madeleine hace que nos preguntemos qué ocurre con todos aquéllos niños desaparecidos que permanecen en el olvido. ¿Es su futuro más oscuro? ¿La falta de publicidad mediática les perjudica, o por el contrario, podría beneficiarles?
Un ejemplo bien claro de las diferencias que existen entre el Caso Medeleine y el resto de desapariciones lo hallamos en España. Tan sólo 9 días después de la desaparición de 1Maddie, otra familia, la de Yeremi Vargas, lloraba su ausencia en Las Palmas de Gran Canaria. Jugaba, como en otras ocasiones, con sus dos primos en un solar cerca de su casa. Cuando llegó la hora de almorzar, el pequeño había desaparecido sin dejar rastro. Las últimas pistas apuntan a una posible red de pederastas que actúan en la isla.
Se trata de un caos español, que ha tenido bastante repercusión dentro de nuestras fronteras. Pero, ¿cuánta gente del Reino Unido, por ejemplo, habrá tenido noticia de él? Probablemente, nadie. Aunque compararlo con el caso Madeleine no tiene sentido.
Pero él no ha sido el único. Sara Morales y Josué Mongue, ambos de 14 años, desaparecieron en 2006, y de ellos sí que apenas se ha hablado.