Los investigadores lo tienen claro: el papel de Jesús, el intermediario, es determinante antes y después del crimen de Ardines. Pero, ¿cuenta la verdad a la Guardia Civil? Diez de diciembre de 2018, dos meses antes del crimen, Jesús se ve acorralado ante las preguntas de los investigadores y decide empezar a hablar: "Quiero contar todo lo que sé en relación a Pedro, ya que llevo mucho tiempo mal, incluso sin dormir". Escondía el secreto de Pedro, el presunto cerebro del crimen. Este le había confesado la infidelidad de su mujer y también sus intenciones: "Me preguntó si conocía a alguien que por encargo pudiera ir a Asturias a pegarle una paliza al hombre con el que le estaba infiel, yo le dije que conocía a un hombre natural de Argelia que se llamaba Djillali y que creía que él lo podría hacer". 27 de julio, el inductor del crimen, el intermediario y el sicario confeso realizan el primer viaje a Asturias para planificar el crimen: "Le dije a Pedro que no quería ir con ellos, por lo que me dejó en una pequeña playa cercana llamada Guadamía y Pedro se fue junto con Djillali a enseñarle la zona en la que vivía el hombre al que quería que agrediera". Sin embargo, los investigadores siembran dudas al respecto: "Se hallan conexiones de ambos en el mismo espacio temporal, está el repetidor que proporciona cobertura a la zona en la que apareció el cuerpo sin vida de Javier Ardines".