¿Cómo se hace la leche sin lactosa?

Día Mundial de la Leche: ¿es mejor la entera o la semidesnatada?
La leche sin lactosa es esencial para mucha gente. EP
  • Cada vez hay más personas que recurren a la leche sin lactosa porque la convencional no les sienta bien

  • ¿Cómo se elabora este tipo de leche? ¿Se extrae la lactosa de algún modo o qué se hace?

  • Y algo que sus consumidores se preguntan: ¿por qué es más cara?

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Hasta hace apenas un par de décadas la leche sin lactosa prácticamente no se conocía ni se vendía en España. Y algo parecido ocurría con la intolerancia a la lactosa, que era casi desconocida para el gran público. Esto no significa que se trate de algo nuevo, ni mucho menos. Existe desde hace miles de años, pero no lo hemos conocido o no hemos sido conscientes hasta hace relativamente poco.  

Lo que ocurría en el pasado, por ejemplo, hace treinta o cuarenta años, es que muchas personas notaban que la leche les sentaba mal, pero no entendían muy bien por qué. Hoy muchas de ellas saben que es porque tienen es una intolerancia a la lactosa, gracias a que esto se conoce y se diagnostica mucho mejor que en el pasado.  

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No es nada raro. De hecho, se estima que en España un 40% de la población sufre este tipo de intolerancia. Afortunadamente, tienen una alternativa a su alcance: si quieren seguir tomando leche, solo tienen que optar por las versiones sin lactosa que existen en el mercado.

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¿Qué es la intolerancia a la lactosa? 

Lo primero que debemos saber es que la lactosa es el azúcar que se encuentra de forma natural en la leche. Se trata de un disacárido, es decir, un azúcar que está formado por otros dos azúcares más pequeños: glucosa y galactosa.  

En el caso de personas que no tienen problemas para tomar leche lo que ocurre es que su intestino segrega una enzima llamada lactasa. Se trata de un compuesto proteico que se encarga de romper la lactosa en esos dos azúcares que la componen. Así, estos son absorbidos o metabolizados en el intestino y todo transcurre sin incidentes. 

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Sin embargo, en el caso de personas con intolerancia a la lactosa, sucede que su intestino no es capaz de producir la enzima lactasa (o al menos no en cantidad suficiente). Así que, cuando toman leche, no son capaces de metabolizar ese azúcar. Como consecuencia, se acumula en el intestino y es fermentado por las bacterias que forman parte de la microbiota intestinal, produciendo gases. Por eso pueden aparecer síntomas como dolor abdominal o diarrea. Se trata de un trastorno que no reviste gravedad, aunque esas molestias pueden ser intensas y muy engorrosas. 

La clave está en la lactasa 

Como ya sabemos, una de las alternativas por las que pueden optar las personas que sufren este tipo de intolerancia consiste en consumir leche sin lactosa. A diferencia de lo que mucha gente piensa, para conseguir este tipo de leche, no se extrae la lactosa. En realidad lo que se hace es añadir lactasa. Así, lo que ocurre es lo mismo que sucede en el intestino de una persona sin intolerancia: ese azúcar rompe la lactasa en los dos azúcares que la componen, y que recordemos, son glucosa y galactosa.  

¿Por qué es más cara y tiene la misma cantidad de azúcares? 

Ahora que sabemos como se obtiene la leche sin lactosa podemos entender varias cosas. Por una parte, su precio, ligeramente más alto que en el caso de la leche convencional porque sus costes de producción también son ligeramente superiores, dado que es necesario añadir la enzima lactasa.  

También podemos entender la información nutricional que se muestra en la etiqueta. Muchas personas piensan erróneamente que la leche sin lactosa se elabora extrayendo este azúcar, así que no se explican por qué en la tabla nutricional se muestra la misma cantidad de azúcares que en la leche convencional, concretamente un 4,5%. La respuesta podemos deducirla a partir de lo que ya hemos mencionado: la cantidad de azúcares es la misma en ambas porque la lactosa no se elimina durante el proceso de elaboración, sino que se divide en los dos azúcares que la componen, es decir, glucosa y galactosa.

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