¿Por qué las bolsas de patatas fritas tienen tanto aire y tan pocas patatas?

Muchas personas se sienten engañadas cuando abren una bolsa de patatas fritas y comprueban que la mayor parte del producto es aire
Esto se hace por un motivo justificado, pero es importante leer bien la etiqueta para evitar engaños
La situación nos resulta de lo más familiar. Compramos una bolsa de patatas fritas de gran tamaño y cuando llegamos a casa y la abrimos llega la decepción: comprobamos que la mayor parte del envase es aire y que las patatas ocupan solo una pequeña parte al fondo del envase.
Cuando esto ocurre, la mayoría de las personas se sienten estafadas. Piensan que es un engaño por motivos que parecen evidentes: cuando compramos un producto de estas características esperamos que el envase esté lleno en su totalidad por el alimento que estamos comprando. Sin embargo, no siempre es así y hay una justificación para ello.
Las patatas se pueden poner rancias
La elaboración de las patatas fritas es relativamente sencilla: una vez lavadas y peladas, se cortan en láminas finas, se fríen en aceite caliente y se les añade sal. Tan sencillo como eso. Esto significa que en una bolsa de patatas fritas vamos a encontrar patatas, aceite (en torno a un 30%) y sal (alrededor de un 1%).
Lo que se hacía tradicionalmente a la hora de vender esas patatas (y lo que se sigue haciendo en algunos lugares, como churrerías y comercios tradicionales) era simplemente envasarlas en una bolsa de plástico transparente sin más.
El problema es que de ese modo la vida útil del producto es muy corta. Como las patatas están cubiertas de aceite pueden ponerse rancias muy fácilmente, más aún teniendo en cuenta que su superficie es grande, por lo que ese aceite queda muy expuesta al medio externo.
El enranciamiento se produce debido a la exposición de ese aceite a la luz y al oxígeno. Estos agentes provocan reacciones de deterioro sobre las grasas. Como consecuencia se pierden nutrientes y se forman compuestos indeseables. Estos últimos pueden causar daños sobre la salud y afectan negativamente a las características organolépticas: se deteriora el aspecto y se forman sabores y olores desagradables (a rancio).
Medidas para proteger las patatas
Para evitar que las patatas se pongan rancias, se puede actuar sobre los agentes que causan esas reacciones de deterioro, es decir, sobre la luz y sobre el oxígeno. Por eso muchas marcas de patatas utilizan bolsas opacas, compuestas por polipropileno metalizado, que impide el paso de la luz.
En muchos casos se envasan además en atmósfera protectora. Podemos leerlo en la etiqueta de muchos productos, dado que es obligatorio indicarlo. Esto significa que, en lugar de envasar las patatas de forma convencional, es decir, con aire (y por lo tanto, con oxígeno), se utiliza una mezcla de gases inertes (y seguros para la salud y para el producto) que evitan el enranciamiento.
El tipo de gases y las proporciones de la mezcla dependen sobre todo del tipo de alimento y de lo que se quiera conseguir. Por ejemplo, las atmósferas protectoras se utilizan mucho en la carne envasada. En este caso se suele emplear una mezcla de nitrógeno, oxígeno y dióxido de carbono, ya que así se impide el desarrollo de patógenos mientras se preservan las características de la carne (entre ellas, el color). En el caso de las patatas fritas lo que se pretende, sobre todo, es evitar el enranciamiento, así que se suele utilizar nitrógeno.
No nos dejemos llevar por las apariencias
El hecho de que las bolsas contengan poca cantidad de patatas y mucha cantidad de “aire” se explica sobre todo porque para conseguir que la atmósfera protectora sea efectiva, la relación entre el volumen de gas y el volumen del alimento debe ser igual o superior a dos. Es decir, el gas debe ocupar al menos el doble que las patatas.
De este modo se consigue además proteger la integridad física del producto, ya que al estar envasadas con tanto gas, la bolsa funciona como una especie de airbag y protege las patatas frente a golpes y aplastamientos, evitando que se rompan.
Dicho esto, entra dentro de lo posible que haya empresas que abusan de esta medida y añadan más cantidad de gas de lo necesario para sacar más rendimiento económico.
En cualquier caso, a la hora de comprar conviene no dejarse llevar por las apariencias y, en lugar de dejarnos deslumbrar por lo que abulta la bolsa, es importante consultar la etiqueta para conocer el peso de las patatas y, en definitiva, la cantidad de producto que realmente estamos pagando.