¿Es verdad que debemos beber dos litros de agua al día?
Cada vez que llega el calor del verano comienza a repetirse la recomendación de que debemos beber dos litros de agua al día
¿Tiene algo de cierto o es simplemente una creencia sin fundamento que se repite por inercia?
Seguro que lo hemos oído mil veces. “Hay que beber dos litros de agua al día”. Es una de las recomendaciones dietéticas más conocidas y también más repetidas, sobre todo cuando llega el calor del verano. Podemos oírla en boca de profesionales sanitarios, leerla en medios de comunicación y, sobre todo, verla en campañas publicitarias de marcas de agua y de otras bebidas. Así que normalmente la damos por cierta y no nos planteamos de dónde viene ni si realmente tiene fundamento o no.
¿De dónde viene esa recomendación?
Lo cierto es que esa recomendación tiene un origen bastante difuso. Desde mediados del siglo pasado se ha publicado en diferentes medios, desde libros hasta artículos de prensa o programas de televisión. Muchas veces sostenida por profesionales médicos, pero sin citar estudios concretos ni evidencias científicas que lo avalen.
Quizá podría haberse originado a partir de una mala interpretación de un texto redactado por autoridades sanitarias en Estados Unidos a mediados del siglo pasado, donde se indicaba que un adulto necesitaría unos dos litros y medio de agua al día. Eso sí, acto seguido se aclaraba que buena parte de esa cantidad se ingiere a partir de los alimentos que consumimos habitualmente. Aunque este punto, que es clave, se suele omitir cuando se da esta recomendación.
Y es que, aunque una persona adulta realmente necesitara consumir unos dos litros y medio de agua al día, eso no significa que deba beber hasta ese punto, ya que muchos alimentos aportan una cantidad significativa de este líquido. Basta pensar, por ejemplo, en frutas como el melón o la sandía, que contienen un porcentaje altísimo de agua.
El absurdo de recomendar dos litros de agua al día
Recomendar a la población general, es decir, a personas adultas sanas, que beban dos litros de agua diarios no tiene sentido. Como podemos imaginar, las necesidades de agua cambian en función de un montón de factores; por ejemplo, las características particulares de cada persona según su cuerpo: por lo general, una persona grande y corpulenta necesitará más agua que otra pequeña.
Y, por supuesto, nuestras necesidades cambiarán también según otros aspectos, como las condiciones climatológicas, la ropa que llevemos o la actividad física que realicemos. No es lo mismo estar dos horas picando piedra bajo el sol de agosto que estar sentado tranquilamente en una oficina con aire acondicionado. Obviamente en el primer caso necesitaremos mucha más cantidad de agua que el segundo.
¿Cuánta cantidad de agua tenemos que beber?
Después de lo que acabamos de comentar, lo que cabe preguntarse es cuánta cantidad de agua debemos beber. La respuesta es que no hay respuesta. Es decir, no hay evidencias que respalden una recomendación para una cantidad concreta de agua que deberíamos ingerir cada día.
Así pues, lo que deberíamos hacer es beber en función de nuestra sed, que es el mecanismo que utiliza nuestro cuerpo para indicar que necesita agua.
Eso sí, hay algunas excepciones. Por ejemplo, los bebes lactantes, que deben beber exclusivamente leche materna (o de fórmula en su defecto), siempre a demanda. También las personas enfermas (por ejemplo, con diarrea), las personas mayores, que pueden tener alterado ese mecanismo que regula la sed, o los deportistas que realizan ejercicio de forma intensa o prolongada. Todos ellos deben beber agua, aunque no tengan sed. Y en algunos casos, incluso necesitarán hidratarse con bebidas especiales, constituidas por agua y sales minerales, como ocurre con las personas que sufren diarrea intensa o con los deportistas que realizan grandes esfuerzos.
Beber agua en exceso no es bueno
Cuando se hacen recomendaciones sobre la ingesta de agua se pone el foco en la necesidad de beber para reducir el riesgo de deshidratación. Por supuesto, es muy importante, sobre todo en los meses de verano, cuando el calor aprieta.
Pero, por otra parte, hay que tener en cuenta que beber agua en exceso también puede ser perjudicial. Esto puede llevar a hiponatremia (intoxicación por agua), algo peligroso para la salud porque diluye los electrolitos en la sangre. Es raro que ocurra, pero puede producirse sobre todo en deportistas que se sobrehidratan sin reponer electrolitos, en personas con problemas renales o en quienes se obligan a beber grandes cantidades de agua en poco tiempo.
En definitiva, la recomendación general es la de beber agua en función de nuestra sed, salvo excepciones como las que comentamos más arriba.