Alimentación

La publicidad de alimentos insanos dirigida a niños será regulada: ¿servirá para algo?

Un niño comiendo
Un niño comiendo. getty images
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En España un 36,1% de los niños y las niñas de entre 6 y 9 años sufren exceso de peso. Es decir, más de un tercio tienen sobrepeso u obesidad, problemas que pueden afectar a la salud. Aumentan el riesgo de sufrir diferentes enfermedades a medio o largo plazo, como diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares, y también puede tener consecuencias en el plano psicológico. El exceso de peso en la infancia se asocia con baja autoestima, ansiedad, síntomas depresivos y una mayor probabilidad de sufrir acoso escolar. Por eso mismo, el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, ha anunciado que se prepara una ley que regulará la publicidad de los alimentos insanos dirigida a menores de edad.

La influencia de la publicidad dirigida al público infantil

Los niños carecen de conocimientos suficientes para tomar decisiones adecuadas en torno a los alimentos que comen. Y tampoco tienen un criterio formado que les permita discernir si lo que les cuenta la publicidad es veraz o simplemente una fantasía.  

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Por eso, si nadie lo impidiera, muchos comerían galletas de chocolate todos los días a todas horas. Sobre todo, si esa marca de galletas utiliza estrategias de marketing específicamente dirigidas al público infantil; por ejemplo, anunciarse en lugares frecuentados por niños, incluir dibujos o regalos, utilizar personajes famosos para su promoción, etc. 

Evidentemente la alimentación de los niños está supervisada personas adultas, como padres, madres o tutores, que son, en último término, quienes deciden lo que se compra y lo que esos niños comen. Pero esas decisiones no siempre son plenamente libres, sino que están condicionadas por muchos factores, incluida la publicidad. 

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Una de las estrategias más utilizadas en este sentido es el llamado 'nag factor' o 'factor de fastidio'. Esta se basa en convencer a los niños para que así ellos presionen a sus familias a comprar ciertos productos, una tarea que resultaría más difícil de lograr si la publicidad se dirigiera directamente a los adultos. 

Podemos entenderlo fácilmente con un ejemplo. Si vamos a hacer la compra con nuestro hijo de seis años es fácil que pueda empeñarse en comprar unas galletas que incluyen en la caja sus dibujos animados preferidos. Obviamente podemos decirle que no, pero esto supone una dificultar extra a las muchas que ya nos encontramos en el día a día para seguir una dieta saludable. Y la situación será aún más complicada si el niño comienza a llorar y patalear mientras nosotros estamos cansados o con prisa.  

¿Cómo se regula la publicidad infantil hoy en día?

En la actualidad la publicidad de alimentos dirigida al público infantil está regulada por el código PAOS. No se trata de una norma legalmente vinculante, sino un código ético elaborado por la industria alimentaria a la que se adhieren las empresas de forma voluntaria. Además, ese código no tiene en consideración aspectos que son fundamentales, como la composición nutricional de los alimentos que se publicitan. Y, por si fuera poco, se incumple sistemáticamente. Es decir, resulta insuficiente y no se cumple. 

¿Qué se pretende?

Por el momento el Ministerio no ha anunciado medidas concretas, pero podemos hacernos una idea de las medidas que se podrían implementar si echamos la vista atrás. Y es que en la anterior legislatura, el mismo Ministerio trató de aprobar un Real Decreto con esta misma intención de regular la publicidad de alimentos insanos dirigida al menores de 16 años, aunque finalmente no logró salir adelante porque se encontró con resistencias que lo impidieron. No olvidemos que hay muchos intereses económicos en contra de una medida así. 

La idea básica consiste en tomar los criterios de la Organización Mundial de la Salud para clasificar los alimentos según su perfil nutricional. Eso significa, por ejemplo, que no se permitiría anunciar para la población infantil los productos con mucha cantidad de azúcar, como galletas, chocolates o bollería.  

Se trata de una medida que ya se ha tomado en otros países como Portugal, Reino Unido, Noruega, México o Chile y que está apoyada en evidencias científicas que muestran la relación entre la exposición a publicidad de alimentos poco saludables y el aumento del sobrepeso y la obesidad infantil.