CACAO FELIZ

El chocolate solidario que ha enamorado a los mejores chefs españoles: “Llegará a los niños de las Islas del Cacao”

Daniel Acosta y Jorge Martínez, la dupla creadora de este proyecto solidario. CO&COA
  • Detrás de este proyecto solidario se encuentran Daniel Acosta y Jorge Martínez: con la venta del chocolate Cacao Feliz pretenden recaudar fondos para que los niños de las Islas del Cacao puedan probar el chocolate que su propia tierra produce

  • Aquí puedes comprar este chocolate solidario

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¿Cómo puede ser que los niños de las Islas del Cacao (las mayores productoras mundiales del fruto durante décadas) no hayan comido nunca chocolate? Esa es la pregunta que se hizo Daniel Acosta, co-fundador de Co&Coa, cuando visitó este paradisíaco lugar en el Golfo de Guinea. Así que dicho y hecho: se puso manos a la obra, por el camino se encontró con Jorge Martínez, todo un referente de la comunicación social, y el resto de la historia te lo van a contar ellos mismos. "Ya es hora de cambiar la historia", pensamos, "devolveremos a estas islas un poco de lo que ellas han dado al mundo". Te contamos todo su periplo, que ha llegado a las cocinas de varios de los mejores chefs de España y en el que ahora puedes participar probando sus exclusivas tabletas de chocolate.

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Pero empecemos por el principio. Aunque Daniel Acosta y Jorge Martínez, co-fundadores de Co&Coa (la asociación sin ánimo de lucro que sirve de paraguas a Cacao Feliz), te van a dar todos los detalles acerca de este irresistible proyecto solidario, lo suyo es que te dejemos unas cuantas pistas para que no te pierdas entre tanto nombre y tanto dato. Lo primero que tienes que tener claro es que Santo Tomé y Príncipe (las Islas del Cacao) es solo la primera parada de esta iniciativa, pero la idea es que el modelo sea replicado en países como Madagascar o Sierra Leona.

Dicho esto, es importante matizar que Kankel es la marca de chocolates encargada de fabricar Cacao Feliz, que pertenece a un premiado chocolatero logroñés llamado Juan Ángel Rodrigálvarez, que no lo dudó a la hora de sumarse al proyecto, echando además un cable en lo relativo a la producción y distribución de estas tabletas y bolsas a granel.

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Por otro lado, es necesario enfatizar que la asociación Euro-Toques también ha querido apoyar a la dupla Acosta-Martínez desde el primer momento, dando a conocer Cacao Feliz ante sus socios -desde Paco Morales a Quique Dacosta, pasando por Susi Díaz o Lara Roguez- y creando la plataforma para no profesionales ‘Amigos de Euro-Toques'.

¿El único requisito para ser miembro? Muy sencillo: comprar dos tabletas de este chocolate (cada una pesa 75g y tiene un 81% de cacao ecológico). Por cierto, el chef Andoni Luis Aduriz, con dos estrellas Michelin en Mugaritz, ha sido uno de los que se ha implicado a fondo en esta acción desde que supo de su existencia, de ahí que quisiera sumarse elaborando uno de los pases que sirven de cierre de su actual menú degustación y que, además, se convirtiera en uno de los impulsores de Amigos de Euro-Toques.

En Santo Tomé y Príncipe hay miles de hectáreas dedicadas al cultivo de cacao, pero la mayoría de su población jamás ha probado el chocolate que se produce con él. Y esto fue lo que os hizo movilizaros…

En efecto. Desde Co&Coa consideramos que incluir el cacao en la alimentación de la infancia de Santo Tomé, no es solo un objetivo vinculado a la mejora de su salud y su desarrollo, sino un acto de justicia. Vivir rodeados de cacao, que tu familia trabaje en su cultivo y su recolección, y no poder disfrutar de este fruto como hacen los niños en países desarrollados, es injusto. Concretamente, Santo Tomé y Príncipe fue la puerta de entrada en África del cacao que llegó desde América, y estas islas llegaron a ser uno de los mayores productores de cacao a nivel mundial, pero sus habitantes, sometidos al colonialismo portugués durante cinco siglos, tenían prohibido tocar el fruto de su trabajo. Creemos que ya es hora de cambiar la historia.

En realidad, ocurre algo parecido en Costa de Marfil, Ghana, Nigeria, Madagascar... ¿Os habéis planteado, una vez conseguido el objetivo en esta isla, dar el salto a otros países?

Así es. Esta injusticia se produce en todos los países productores de África, un continente del que Occidente se sigue aprovechando a través de otro tipo de colonialismo que hoy ejercen las grandes corporaciones. La implementación y el éxito de nuestro proyecto en Santo Tomé y Príncipe, abriría la puerta a la posibilidad de exportar el modelo a otros países con idéntica problemática, aprovechando no solo las sinergias y la extensa red de colaboraciones que estamos consiguiendo, sino los conocimientos, los datos, y la experiencia que este primer proyecto piloto nos va a reportar. Sabemos que nuestro proyecto es pequeño, incluso frágil. Sabemos que nos enfrentamos a un mercado que mueve miles de millones y que está dominado por gigantes, pero la naturaleza de Co&Coa es “quijotesca”, y estamos seguros de poder cambiar esta realidad. Primero, la de un colegio y unos cientos de niños y niñas. Después, la de un país. Y ojalá, algún día, la de un continente.

¿Sabes si alguien ha intentado hacer algo parecido a lo que os habéis propuesto vosotros?

Nuestro modelo, en términos marketinianos, está basado en el “If you buy, I give” (“Si compras, yo doy”). Es un modelo en el que, al comprar un producto, se activa una cadena solidaria con un impacto real. Hay ejemplos muy exitosos como TOMS, Patagonia, Warby Parkers o Thankyou, marcas éticas que comercializan productos convertidos en vehículos de transformación social. En el campo de la alimentación, más allá de algunas experiencias de comercio justo vinculadas a organizaciones (como Tierra Madre, la marca de comercio justo de Oxfam Intermón), no hay tantos ejemplos de éxito protagonizados por marcas 100% éticas que utilicen sus productos para transformar la sociedad. En los últimos años, la necesidad de encontrar un propósito social, ha llevado a marcas como Nestlé o Tony’s, a implementar un relato más solidario en su comunicación, pero nos tememos que tiene que ver más con una estrategia de marketing y comunicación, que con el deseo real de cambiar una realidad en la que ellos tienen una enorme responsabilidad. Ojalá nuestro ejemplo sirva para que las grandes marcas actúen con un mayor compromiso y sensibilidad. Son ellas las que tienen la capacidad, real, de cambiar las cosas.

¿Sois optimistas de momento? ¿Qué es lo más complicado de todo este proceso?

Somos optimistas, por supuesto. Si no lo fuéramos, sería imposible emprender un camino que implica un enorme esfuerzo y está lleno de dificultades. Nuestra experiencia en otros proyectos de comunicación social nos demuestra que la sociedad es solidaria, y necesita vehículos capaces de canalizar su deseo de ayuda. Cacao Feliz quiere ser ese vehículo. Creemos en las marcas, en su capacidad para generar valor y comunicar. Pero también, en su capacidad para resolver problemas. Si la gente consume más cacao que nunca, hagamos que ese consumo no solo sea más justo, más consciente y más responsable. De momento, los comienzos son prometedores, y la posibilidad que nos brinda Euro-Toques, la mayor asociación de cocineros de Europa, de colaborar con los mejores chefs e impactar en los clientes de sus restaurantes y en los amantes de la gastronomía, nos permite pensar que nuestro proyecto tiene más de real que de utopía.

Más allá de que los niños de Santo Tomé y Príncipe puedan probar por fin el chocolate, entiendo que el fin último del proyecto va un poco más allá.

El objetivo de nuestro proyecto es puramente social. Santo Tomé y Príncipe no es solo un origen que reseñar en el packaging o en la etiqueta de un cacao. Es un país con una realidad. Una realidad social y económica. Donde los padres mandan a sus hijos al colegio, no para que tengan una educación y un futuro con más oportunidades, sino para que tengan, al menos, una comida al día. Esta realidad está muy lejos de la nuestra. Y queremos acercarla. No a través de un discurso paternalista y buenista, sino a través de un relato cargado de optimismo. Consumir es un acto de una enorme responsabilidad. Quizá, no somos conscientes de ello, pero comprar un producto u otro, de una marca u otra, tiene consecuencias. Nosotros queremos demostrarlo, y queremos proponer al consumidor ser partícipe de un cambio y una mejora social. Y queremos hacerlo, además, con una sonrisa.

¿Cuál era vuestra relación con el chocolate antes de emprender esta aventura? ¿Cómo ha cambiado?

Nuestra relación con el cacao era como la de cualquiera. Disfrutábamos de este alimento desde niños en sus diferentes formatos y elaboraciones, sin preocuparnos nunca por su origen o por lo que hay detrás. Sin hacernos preguntas del tipo: ¿quién lo planta?, ¿quién trabaja en los cultivos?, ¿cuál es la realidad de esa gente?... Viajar al terreno, conocer sus dificultades y sus reivindicaciones, hablar con aquellos que cultivan y hacen posible que podamos disfrutar del chocolate, y ser testigos de lo que son, y de lo que hacen, lo cambia todo. Cuando uno vive esa experiencia, no puede ni debe permanecer al margen. Hoy, gracias al movimiento “Bean to Bar” (de la semilla a la tableta), nos preocupamos del origen (como ocurre con otros muchos alimentos) y entendemos que el cacao no es un alimento de sabor homogéneo, que tiene aristas y varía según la añada, la variedad, el suelo, etc. Pero nosotros queremos ir un paso más allá, introduciendo otra variante que es la responsabilidad con ese origen y la felicidad de su gente.

Tendremos que esperar al curso 2026/2027 para ver las caras de felicidad de esos niños que tomarán diariamente un vaso de bebida de cacao (la tableta se derretiría). Hasta que llegue ese momento, ¿qué os queda por hacer?

Hasta que el primer niño de la primera clase del colegio de Água Izé (la zona de Santo Tomé en la que se llevará a cabo el proyecto piloto) pueda beber el primer sorbo de Cacao Feliz (cacao granulado mezclado con agua caliente), queda mucho por recorrer. Para empezar, involucrar a muchos chefs para que consuman nuestra cobertura de cacao en sus restaurantes, además de concienciar y sensibilizar a muchos amantes del chocolate para que compren nuestras tabletas. Nos quedan muchas horas de trabajo, muchas reuniones y presentaciones, y algunos viajes a Santo Tomé (origen y el destino de nuestro proyecto). Hay que coordinar toda la operativa con nuestros colaboradores y partners en el terreno: el Ministerio de Educación, la cooperativa de cacao que agrupa a más de 1.000 pequeños productores, el colegio, los padres de los alumnos, los profesores, y por supuesto, el equipo de nutricionistas y psicólogas que van a realizar la medición del impacto de nuestro proyecto. Y nos queda lo más importante, pero también lo más bonito. El día que veamos la cola de niños para beber su primer vaso de cacao será muy emocionante, el final de un proceso que dura más de tres años, y el inicio de un proyecto mucho más ambicioso. Para lograrlo, la mejor manera de aportar/ayudar a la causa es comprar Cacao Feliz y pensar, al comerlo, que la felicidad solo es completa cuando se comparte.