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Voces jóvenes del campo

La nueva generación de ganaderos: "Me levanto cada mañana con ilusión"

David: "Si mis vacas están bien, yo estoy bien". InLac
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La mejor manera de apoyar a la ganadería española es comprando lácteos de origen español, que no solo están muy buenos, sino que son de gran calidad. Y detrás de esa leche, yogures o quesos con los que llenamos nuestras neveras están muchos jóvenes que han decidido romper con lo establecido para quedarse o emprender en el campo dedicándose a la ganadería, demostrando que hay futuro rentable en el sector. Esa es la filosofía de 'Voces jóvenes del campo', la iniciativa divulgativa puesta en marcha por la Organización Interprofesional Láctea (InLac) para valorar a los jóvenes que se dedican al mundo rural.

Entre esos ganaderos que vuelven o se quedan en los pueblos para dedicarse a la ganadería están Sergio, David o Carlos, tres jóvenes, cada uno con su historia, pero desde pequeños ligados al mundo rural, que disfrutan cada día al dedicarse al sector primario.

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Un oficio que pasa de generación en generación

Sergio se dio cuenta rápidamente de que estar trabajando en un lugar cerrado no era para él, por lo que decidió volver a casa y seguir el legado de su abuelo y su padre, que ambos fueron ganaderos. “Espero que mis hijos también”, reconoce con la ilusión de que la saga se expanda a una cuarta generación de ganaderos de ovejas que sigan con la producción de lácteos españoles.

Ahora mismo su vida es el campo y admite que cree que sería incapaz de adaptarse a la vida en la ciudad o a un trabajo que no esté relacionado con el mundo rural. “Es mi día a día, cada mañana me levanto con ganas de hacer más y seguir creciendo. Vivo para esto”, dice.

Ilusión por la ganadería

Para David la vida en el campo siempre ha sido atractiva, en parte por su amor a los animales y, en concreto, a sus vacas, por lo que el trabajo de ganadero para él nunca ha supuesto ningún problema, al contrario, se ha convertido en su modo de vida.

Sus vacas, admite, pese a ser animales, “muchas veces transmiten mucho más que las personas”. David cuida con cariño de ellas, hasta el punto de inscribirse a diversos concursos con sus vacas para mostrar al mundo el buen cuidado que hace de ellas y, como consecuencia, den una leche exquisita. “Siempre tienes la ilusión de que nazca una cría nueva y que sea mejor que la madre. Es un orgullo”, relata con felicidad.

De los aviones a la granja

El caso de Carlos es curioso. Durante años compaginó su actividad profesional como mecánico de aviones con la granja familiar. Pero un día tuvo que tomar una decisión, o los aviones o el campo. Y lo tuvo claro. Desde entonces se dedica en exclusiva a la ganadería que antes que él trabajó su abuelo Ramón y su padre, siendo ya la tercera generación que se encarga del cuidado de sus vacas.

“Era feliz en la granja, no arreglando motores. La vida en el campo no la ves como un trabajo, sino como una forma de vida”, asegura el ganadero que, aunque reconoce que es un trabajo sacrificado en el que “los animales requieren tu atención 24 horas”, si te sabes organizar también hay tiempo para las vacaciones como en cualquier otro trabajo. Y recuerda que el mejor apoyo para él y el resto de los ganaderos es el consumo de leche, “que es buena para la salud en general”.