El responsable de que, como Felipe y Letizia, comas pularda en Navidad: "En la reunión 29 me dijeron que sí"

Los platos preparados de Cascajares son ya un clásico de la Navidad, sobre todo desde que los príncipes de Asturias decidieron incluirlo en su banquete de boda: "Sus abuelos también pusieron pularda cuando se casaron"
Extra: Los huevos ricos de los restaurantes buenos: “Comen semillas de lino y pimentón de la Vera”
Pocas presentaciones necesita esta empresa palentina que cuenta con Alfonso Jiménez como presidente y cofundador. Sobre todo desde que los actuales reyes de España decidieran incluir su pularda dentro del banquete de su boda, celebrada en 2004, cuando todavía eran príncipes de Asturias. A partir de ese momento sus ventas de platos preparados se dispararon aún más de lo que ya lo venían haciendo en las últimas décadas. Fundada a mediados de los 90 por este "empresario prematuro", Cascajares ha sabido adaptarse a las dificultades que se le han venido presentando. Sirvan como ejemplo su desembarco en Estados Unidos, de la mano del chef José Andrés, o ese fatídico incendio que arrasó con todo en 2023 y del que consiguieron sobreponerse en tiempo récord.
De todo ello hablamos con este emprendedor que, con el tiempo, ha sabido afianzar su pasión por la avicultura y al que, a pesar de haber sido la nota discordante dentro de "una familia de empollones" (con todo un ingeniero de caminos como cabeza de familia), nadie puede reprocharle nada en lo relativo a los negocios. Ahí están reconocimientos como el ortorgado en 1998 al 'Empresario del año de la provincia de Valladolid', otorgado por la Escuela de Empresariales de la ciudad cuando Jiménez apenas llevaba cuatro años al frente de esta aventura. O el 'Accésit a la Responsabilidad Social Corporativa' que le entregó en 2007 el propio Príncipe de Asturias dentro del marco de los premios al 'Mejor joven empresario de España' y que, cuatro años más tarde, sirvió para dar la bienvenida a la Fundación Cascajares, cuyo fin es la inserción socio-laboral de personas con algún tipo de discapacidad.

¿Cómo afrontáis estas Navidades?
Para nosotros, es un momento maravilloso, el mejor del año. Como cada Navidad, tenemos el gran reto de tener que dar de cenar a 800.000 españoles, aunque lo llevamos haciendo 32 años (risas). Esos días hay mucha gente que no quiere cocinar porque prefiere disfrutar con sus familias, irse de compras o salir a tomar una copa con sus amigos. Ya nos encargamos nosotros de preparar la cena y de mandarla a domicilio, que llega envasada al vacío para que el cliente solo tenga que ponerla en una fuente y hornearla durante 20 minutos. Es el tiempo que necesitas para cenar como si estuvieras en un restaurante y disfrutar del capón de Cascajares, que fue lo que eligieron los actuales reyes de España el día de su boda.
¿Dirías que ese es vuestro producto estrella?
Bueno, es uno de los que más vendemos en la actualidad, pero en realidad nuestro producto estrella son las aves, en general. Empezamos hace 30 años con los capones, pero ahora ya se venden más pulardas y pavos. Y, luego, también hacemos cochinillos, corderos, jarretón de ternera... Lo que más vendemos es la pularda trufada. Pero, al final, ten en cuenta que nosotros tenemos tres gamas de producto: una basada en guisitos tradicionales, que es para cualquier día del año (ternera jardinera, carrillera a la cordobesa, etc.); otra pensada para los fines de semana, que está más enfocada en cocinas de otros sitios del mundo (costillas con salsa barbacoa, codillo asado, confit de pato, pollo tikka masala, noodles con pollo teriyaki, etc.); y esa más festiva o de celebración, que es la que más demanda la gente en esta época del año. Aunque también suele venir muy bien si vas a celebrar un cumpleaños en casa y quieres invitar a 10 amigos. Y otra cosa que ha tenido muy buena acogida es el pavo del día de Acción de Gracias, prácticamente desde que decidimos traer la costumbre americana aquí, a España. Aunque todavía no llegamos al nivel de Estados Unidos, ya que allí en una noche se comen 48 millones de pavos: hay 250 millones de americanos comiendo todos lo mismo.
¿Y cómo os dio por ahí?
Tenemos una fábrica en Canadá, de ahí que aprendiéramos a prepararlo allí y decidiéramos traerlo aquí. Es un pavo asado, muy natural y muy rico, que viene acompañado del gravy (el jugo del asado), que es muy típico de los americanos. Y luego puede llevar también la salsa de cranberries, que preparamos con los frutos rojos de los bosques americanos, el puré de manzana, el puré de patata y trufa... Son varios los ingredientes que acompañan a nuestro pavo desde que empezamos a prepararlo, en 2007. Aquel año nos fuimos a hacer las Américas y terminamos montando la fábrica en Canadá para, más adelante, en el año 2011, empezar las relaciones comerciales con Estados Unidos a través del chef José Andrés, que sigue siendo muy buen amigo nuestro.

En su día trabajábais con vuestras propias aves, pero esto ha cambiado.
Sí, en el año 2001 dejamos de criar, porque nos centramos en la transformación y la venta. Pero, aunque ese año quitamos las granjas, a título personal he llevao a cabo un proyecto preciosísimo basado en la cría de pavos en libertad en Salamanca. Están sueltos en un encinar y comen las bellotas que caen de los árboles. Es un pavo negro, que vuela y es estupendo. Me apetecía recuperar la tradición de alimentarlos con bellota, que es algo que se solía hacer por esta zona. Recuerdo que el trabajo estival de los niños, cuando les daban las vacaciones en el colegio, en verano, consistía en criar esos pavos y acompañarlos durante todo el verano por las vegas y por los valles, donde había saltamontes, insectos, lombrices... Y, claro, ese pavo crecía durante los meses de junio, julio, agosto... Pero luego, en septiembre, cuando el chaval volvía otra vez a la escuela, la mujer del vaquero, que era la pavera, se encargaba de cuidar esos pavos desde septiembre hasta diciembre. Y lo que hacía era llevarlos por esa zona donde estaban las bellotas. Y en el mes de diciembre, de cara a la Nochebuena, la pavera se marchaba con esos pavos que había criado a las grandes ciudades, principalmente Bilbao, Madrid y Barcelona. Estaban vivos y los colocaba alrededor de ella, y aunque no estaban ni atados ni enjaulados, no se movían de allí (risas). Entonces se acercaban los señores y elegían el pavo que se querían llevar a su casa para la cena, lo compraban vivo porque era inconcebible que lo vendieran ya muerto. Querían verlo sano, vivo y coleando. Así que pagaban 5 pesetas y ya en su casa lo mataban. Y precisamente de ahí viene la expresión de un pavo para referirse a un duro (5 pesetas), porque era lo que costaba el pavo.
Pues desconocíamos esta curiosa historia. ¿Y de dónde salen estos pavos con los que trabajáis ahora?
Eso que hacíamos al principio, ahora sería inviable, ya que no podríamos tener gente pastoreando los pavos. Lo que hemos hecho es adiestrar perros que son los que acompañan a los pavos para que no se los coman las rapaces y las alimañas. Y por la noche se meten a dormir dentro de una nave móvil de 60 metros donde pasan la noche los pavos y se sienten protegidos. Y cuando se han acabado la bellota, han picado la hierba del suelo y lo han abonado de manera, se les lleva a otro zona de la finca.
Retrocedamos hasta el año 2004. ¿Cómo fueron aquellas 29 reuniones en la Casa Real?
Pues muy bonitas (risas). Ten en cuenta que, cuando aquello, yo tenía 30 años, era un chaval. Y lo que recuerdo es que hubo una reunión detrás de otra, que íbamos pasando pruebas, superando eliminaciones y, al final, en la reunión 29 me dijeron que sí. Y lo hicieron porque habían visto con buenos ojos que en nuestro equipo había personas con algún tipo de discapacidad, a las que nosotros llamamos supercapacitadas, porque son gente súper capaz para todo lo relativo a la cría de animales. Y el caso es que Casa Real, como vio esa labor que hacíamos -y que hacemos- desde la fundación Cascajares, que se dedica a dar la formación profesional a chicos con discapacidad, pues nos dieron la oportunidad de ser proveedores en esa boda. Aunque ellos no fueron los primeros, los abuelos de los actuales reyes también pusieron pularda cuando se casaron. Es decir, el ave siempre ha sido algo muy apreciado dentro de las casas reales. Y en cualquier caso, siempre me gusta matizar que mi interlocutor en todas aquellas reuniones era siempre el restaurante Jockey, que era quien realmente se presentaba al concurso. Fueron ellos quienes tenían la contrata para poder celebrar el banquete y quienes nos incluyeron entre las posibles opciones.

¿Y qué crees que tienen el capón o la pularda para tener una clientela tan fiel?
Yo hablaría de la carne de ave, en general, que creo que es muy sana, que no cansa y que a todo el mundo le gusta. Por eso, históricamente, es lo que se suele elegir para las celebraciones. No tienes más que fijarte en el Thanksgiving Day, que se viene haciendo desde 1621. Reunirse alrededor de un ave es algo que siempre ha gustado y creo que siempre gustará. Y yo creo que, entre otras cosas, la Casa Real lo eligió porque es una carne políticamente correcta, se come en cualquier cultura del mundo, a diferencias de otras carnes, como el cerdo o el vacuno.
¿Cuándo empezó tu afición por el mundo de las aves?
Yo soy el pequeño de una familia de 12 hermanos, que eran todos unos empollones e hicieron unas carreras buenísimas, al igual que mi padre, que era ingeniero de caminos, primero de su promoción y un tío de éxito. Yo, sin embargo, con solo 14 años, me puse a crear capones en una finca de mi madre en Zamora, y aquello fue mi primer negocio (risas). Al principio era para que comiesen mis hermanos en casa, pero luego empecé a vender los capones que criaba en la finca, y era un negocio redondo, porque era una finca de mi madre, que no me cobraba renta, y lo que comían los capones era la comida de las vacas de mi padre. Y recuerdo que, siendo aún súper joven, me iba a los restaurantes, los vendía crudos y me daban 5.000 pesetas por un capón que no me había costado nada de dinero. Así que, cuando cumplí los 19 años, y siendo todavía un emporesario prematuro, decidí meter cerca de mil capones en aquella finca a pesar de que mi padre se enfadaba porque no estudiaba y además mde advirtió de que iba a arruinarme con aquello. Y la verdad es que estuve a punto de hacerlo, pero afortunadamente conocí a mi actual socio, Paco Iglesias.

Y es evidente que conseguisteis salir de aquella.
El problema era que yo no tenía ya a quien vender todos aquellos capones, así que no me quedó otra que meterlos en 700 latas de confit de capón, imitando lo que hacían los franceses con el confit de canard con el pato. Con eso conseguimos que, al menos, esos capones dejaran de comer, porque yo no tenía más dinero para alimentarlos. Y así fue como en el año 1994 hicimos nuestro primer plato preparado, que fue muy accidental, pero lo hicimos (risas). Aunque ahora lo hacemos al vacío, lo dejamos de hacer en lata a raíz del incendio de la fábrica. Pero la idea de negocio, básicamente, sigue siendo la misma. Hay gente que nos dice: "Qué suerte habéis tenido con lo de los platos preparados, habéis acertado". Pero, claro, es que llevamos toda la vida con esto, yo tengo 52 años y arrancamos con el negocio hace 32.
¿Y cómo son las Navidades en casa de los Cascajares? ¿También coméis capón vosotros?
Pues mira, en Nochebuena, siempre, siempre, siempre se come capón. Y luego en Nochevieja solemos comer cochinillo. Pero somos fieles al capón todos los 24 de diciembre, a mí me gusta mucho hacerlo con manzanas asadas. Y para beber, un buen Ribera del Duero. Aunque también me gusta el champán francés.

¿Algo que te apetezca compartir con nuestros lectores estos días?
Pues sí. Con el tema de la gripe aviar, que afortunadamente no ha entrado en nuestras granjas, todo el mundo se ha adelantado con los pedidos mucho más que años anteriores. Así que estamos en ese momento en el que hay más demanda de lo normal por el temor de la sociedad a la gripe aviar, pero la gente debe saber que nosotros empezamos a prepararlo todo en el mes de abril, que es un producto artesanal y que pueden estar muy tranquilos de que lo van a recibir en perfectas condiciones. Y otro dato muy importante es que no hemos subido los precios, hemos optado por apretarnos nosotros el cinturón para que no le repercuta al cliente.
