Más peligroso de lo que crees: ¿cada cuánto debo cambiar el estropajo de los platos?

Lavando los platos con un estropajo nuevo. GETTY IMAGES
  • Algunos géneros de bacterias incluso proliferan más tras la desinfección del estropajo

  • La mejor alternativa es la sustitución, que debe producirse con más frecuencia de lo que crees

  • Estropajos, bayetas y cepillos de dientes, entre los objetos a renovar más a menudo en tu hogar

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Puede parecer un detalle menor, pero el estropajo que usas en la cocina es uno de los objetos más contaminados de todo el hogar. Se trata de un accesorio tan cotidiano que parece imposible que resulte tan poco higiénico, pero la realidad nos dice que puede llegar a albergar más bacterias que el inodoro, según diversos estudios microbiológicos. En un entorno en el que la higiene es absolutamente crucial para evitar posibles intoxicaciones alimentarias, saber cuándo y cómo renovarlo se convierte en un conocimiento clave para preservar la salud.

Y es que, la humedad constante, los restos orgánicos y las temperaturas templadas hacen del estropajo un microambiente perfecto para el crecimiento de bacterias como Salmonella, E. coli y Staphylococcus aureus. Según un estudio publicado en la revista Scientific Reports, el microbioma del estropajo es tan complejo que se asemeja al de las heces humanas, en términos de densidad bacteriana. 

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Esto ha quedado reafirmado recientemente, con los descubrimientos de un grupo de científicos, que secuenciaron el ADN de microorganismos hallados en 14 esponjas de cocina. Entre ellos encontraron bacterias tan nocivas como Moraxella osloensis, que es la culpable del mal olor de la ropa sucia, y que puede provocar infecciones en personas con el sistema inmunológico deprimido.

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Cada cuánto hay que cambiar de esponja (según la ciencia)

Boticaria García, doctora en farmacia y divulgadora experta en salud, recomienda sustituir el estropajo cada dos semanas. Así lo explicó recientemente en su blog y en entrevistas televisivas, donde alertó de que "esperar a que huela mal es llegar tarde". Es más, los responsables del citado estudio afirman recomiendan "reemplazarlas con frecuencia, por ejemplo, cada semana".

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) apoya esta afirmación. En una encuesta publicada en 2023, el 21% de los encuestados admitió cambiar su estropajo solo cuando este ya está visiblemente deteriorado, y un 14% lo hace tras dos meses de uso, cifras consideradas insuficientes desde el punto de vista higiénico.

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¿Desinfectarla sirve de algo?

Muchas personas optan por "alargar la vida" del estropajo desinfectándolo con agua y jabón, hirviéndolo o metiéndolo en el microondas. Aunque algunas de estas prácticas pueden reducir la carga bacteriana, también es cierto que no eliminan por completo los microorganismos patógenos. Investigadores alemanes del Instituto de Higiene Aplicada de Furtwangen demostraron que algunos géneros de bacterias incluso proliferan más tras la desinfección, debido a una selección de cepas más resistentes.

Según Philip Tierno, profesor del departamento de Microbiología y Patología del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, el único método sería una solución de agua y lejía en proporción 9 a 1, vertiendo esta mezcla en la esponja y dejándolo 30 segundos antes de escurrirla. Aún con esas, la mejor solución sigue siendo el reemplazo.

Alternativas más higiénicas: del estropajo al cepillo

Frente al tradicional estropajo de esponja, los cepillos para fregar platos se presentan como una alternativa más higienizable. Gracias a su estructura menos porosa, acumulan menos humedad y se secan más rápido, dificultando el crecimiento de bacterias. Un análisis comparativo publicado en 2023 avaló el hecho da que los cepillos presentan una carga microbiana significativamente menor que los estropajos comunes.

También existen opciones reutilizables hechas con silicona o fibras vegetales, que pueden lavarse en lavavajillas a alta temperatura, lo que mejora su vida útil sin comprometer la higiene.

En resumidas cuentas, cambiar el estropajo con frecuencia es una de esas pequeñas acciones cotidianas que pueden tener un gran impacto positivo en nuestra salud. Ignorar su estado o prolongar su uso no solo pone en compromiso la higiene de la cocina, sino que puede facilitar la contaminación de los alimentos y desencadenar problemas de salud que podrían haberse evitado con un simple gesto. Y es que, como recuerda Boticaria García, "el estropajo no es eterno, y mucho menos inofensivo".

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