Opinión

Del 'simpa' al 'no show'

Más de uno reserva en restaurantes y luego no se presenta. getty images
  • Cómo el cliente sinvergüenza se ha hecho mayor y ha dejado, además, de sentirse un auténtico impresentable

  • El 'no show' está reemplazando al cliente 'simpa': antes se fugaban y ahora no se presentan en el restaurante

  • Un 'no show' es como se conoce en el sector a quien reserva una mesa y no aparece, un problema al que cada vez más hosteleros se enfrentan

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“Si te vas sin pagar lo que consumes en un establecimiento podrías estar cometiendo un delito de estafa, cuyas penas van desde multas en los casos leves, hasta ocho años de prisión”. Con un vídeo de doce segundos, la Policía Nacional explicaba a los jóvenes en redes sociales las consecuencias de un simpa, palabro que no incluye el diccionario de la RAE pero sí el Clave, y que todos conocemos: pirarse sin pagar de un bar o restaurante. Salimos del bar de uno en uno, con cara de longuis, o toda la pandilla de golpe así sin hacer ruido, aprovechando que el garito está atestado, o el camarero descuidado, o simulando ir al baño… Y ya afuera, una carrera, girar la esquina, esa breve sensación de vértigo, risas, jadeos, “tío, nos hemos pasado, que no hemos pagado jajaja”.

El simpa es tan viejo como la hostelería y como el Lazarillo y, en cierto modo, un fenómeno asociado a los primeros años de cervezas, tapas y copas. Más propio de las insensateces de la veintena que de un adulto cotizante a la Seguridad Social. Aunque ciertamente siempre ha habido y siempre habrá genuinos expertos en hacerse un moonwalker, o un Homer filtrándose tras el seto, después empujarse los doce pases exquisitos de un menú degustación en un restaurante con estrellas Michelin. Pero estos sinpagadores son los menos. Hay que haberse entrenado mucho para alcanzar semejante estatus de ladrón de tenedor blanco.

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La Policía avisa a los jóvenes del simpa, que, paradójicamente, se ha complicado en los últimos años a causa de la generalización de los pagos digitales, que permiten el cobro en el acto de cualquier ronda con el teléfono móvil. Las consumiciones se pagan en el acto, incluido un triste café. El hostelero, además, se ha vuelto más desconfiado. Y no solo por el simpa, sino por su reverso: el 'no show', otro palabro, en este caso importado, que está reemplazando al cliente fugitivo como quebradero de cabeza. Antes se fugaban; ahora, no se presentan.

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Un 'no show' es como se conoce en el sector a quien reserva una mesa y no aparece. “Te pongo un ejemplo. Una mesa reservada para dos. Llega la hora y no aparece nadie. Llamo a la persona y me dice: ‘Ah, es que estoy aquí en casa tan ricamente y se me ha pasado’. A lo que le contesto: ‘¿Y yo qué hago con esta mesa, que ya no la vendo?’. Y me contesta: ‘Pues es que hemos salido a tomar algo antes y mi mujer se ha quedado traspuesta después en el sofá y ya casi que no vamos a ir’. Y se queda tan pancho, oye”.  

Lo cuenta Ricardo Señorán, del restaurante gijonés Farragua, quien tuvo la suerte en aquella ocasión de que, al menos, el interfecto le cogiera el teléfono. Lo normal suele ser que ni te contesten. “Es tan habitual que ni den señales te dan ganas de poner sus teléfonos en algún foro como Forocoches y que les llamen a las dos de la mañana, a las tres, a las cuatro… solo por devolverles el fastidio que te suponen. Sobre todo, en restaurantes con muchas elaboraciones, porque significa exactamente lo mismo que hacer un simpa. Ni más, ni menos: han comprado el producto, lo han cocinado, han preparado la comida para ti … Y tú no has ido”. El resumen de David Baldrich, chef y propietario de La Senda en Zaragoza, lo dice todo.

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La 'Radiografía del sector de la restauración' de 2024, que realiza la empresa privada Square, cuantifica que el 64% de los negocios del país sufren una media de diez impresentables al mes. Diez reservas vacías equivalen a muchos ingresos perdidos, ya que, al no avisar de la cancelación, las mesas no siempre se pueden volver a ocupar. Si sigues a cocineros y cocineras en redes sociales, los verás cada poco maldiciendo.

El cabreo es tal que uno de cada cuatro negocios consultados en la mencionada encuesta ya cobran un cargo anticipado por la reserva, lo cual se ampliará como costumbre en breve. Porque, si ya es un quebradero de cabeza (y un coste) la propia gestión de las reservas por teléfono y online, añadir las incomparecencias injustificadas, el 'no show', (que se materializa incluso llamando el mismo día al cliente para confirmar), acerca al precipicio al negocio, sobre todo al más pequeño. De ahí que muchas asociaciones y cadenas estén ya desarrollando condiciones detalladas de cancelación, junto con los pagos por anticipado. ¿Desconfianza? Como para no.

¿Pero qué dice de nuestra sociedad este cambio del simpa al 'no show'? El simpa es una estafa, en efecto, aunque se produzca como gamberrada improvisada y empujada por el alcohol y la juventud pandillera, incluso de forma ocasional. Pero la incomparecencia sin aviso en una reserva es una sinvergonzonería consciente. ¿Estamos tan enfadados con el mundo que creemos que podemos tratarlo igual de mal que nos 'trata' él? ¿Somos incapaces de coger el teléfono para su uso original, es decir, para llamar de nuevo a ese sitio donde hemos solicitado que nos guarden una cena y avisar de que no podemos ir? ¿No nos da vergüenza insultar en una red social, pero sí disculparnos de una cancelación aunque sea con un mensaje de voz? ¿Voy a mi bola y el que venga detrás que arree? ¿El hostelero es un infraser a nuestro servicio y capricho?

¿Y si mi jefe me hace este mes un simpa con la nómina? ¿Y si mi empleado me hace mañana un 'no show'?  

¿Y si resulta que “la gente no es imbécil”, porque todos somos gente, nos guste o no? 

Digo yo, vaya. 

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