De queso, gominola o mantecado: la venta con 35 años de historia donde se hacen los helados más locos de Cantabria
La Venta de Castañeda incorporó después de la pandemia los helados a su oferta y ahora se han vuelto un imprescindible de su servicio
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Si no eres de Cantabria, ni has frecuentado la zona, es probable que el nombre de La Venta de Castañeda no te diga mucho. Así que, para empezar, te diremos que se trata de un restaurante familiar que arrancó hace 35 años y que en la actualidad pasa por su mejor momento. Nos lo cuenta Fernando Flor, el heladero que ha puesto el negocio en el mapa gracias a unos helados que se han convertido en virales debido a su originalidad. "Con 16 años, mi regalo de cumpleaños fue hacerme autónomo y montarme una heladería en Torrelavega, en la cual estuve trabajando muy bien durante cuatro años, hasta que me subieron al alquiler y decidimos dejar el local", recuerda este emprendedor que, durante la pandemia, decidió volver a incorporar los helados a la oferta del restaurante. Una decisión que no pudo ser más acertada.
"Hubo que reinventarse", reconoce ahora. Y nos cuenta cómo surgió la chispa: "Se cerró el local por dentro, trabajamos exclusivamente en las terrazas y de repente nos encontramos con que empezamos a tener por las tardes un auge de trabajo que no teníamos hacía tiempo". Y ese fue el detonante para que la familia Flor decidió volver a apostar por los helados en lo que empezó siendo un pequeño bar de carretera que "con los años hemos ido cambiando".
Al parecer, la Venta de Castañeda fue un sitio de menús, más tarde una parrilla... Y ahora Fernando nos cuenta que "somos un restaurante de carta en el que te puedes comer desde un buen chuletón de carne de Cantabria con cuatro meses de maduración hasta una lubina, un sapito". Pero no termina la cosa ahí: "Muchos vienen preguntando por los callos de bacalao, que es un plato que, normalmente, no te haces en casa, porque da pereza estar cocinando una receta ocho horas para luego comerla en un minuto".
En cualquier caso, hoy nos hemos citado con la segunda generación del negocio para hablar de los helados más locos de Cantabria. Y es que los sabores que encontramos no son los habituales: "Tenemos de Pelotazos, de cerveza (Mahou y Alhambra), de llave ácida, que es una gominola y es el que más se vende... También de Tigretón, Phoskitos, Bony, Pantera Rosa, Donuts, Donettes, de regaliz, de tronquito de nata... Están todos muy ricos (Risas)". Es entonces cuando entendemos que hayan decidido rescatarlos para este local que cuenta con una barra, cinco comedores, un comedor privado para 12 personas, una terraza, un parking... Y nos confirman que acaban de quedarse con el terreno de al lado "para hacer más parking", así que la cosa no debe estar yéndoles del todo mal.
¿Cuándo decidís retomar la oferta de helados en Venta de Castañeda?
Todo empezó a raíz de que cerrase una tienda que se dedicaba a temas de hostelería aquí en Cantabria, que decidieron poner todo a muy buen precio. Al lado de la caja tenían una máquina de helados al 50%, así que hablé con el dueño y le dije que primero lo hablaría con mi padre, aunque era una oportunidad que no podía dejar pasar. Cuando llegué a casa lo hablé con él, que me pregunto por la capacidad que tenía la heladera. Cuando le dije que era de cuatro litros me pidió que me asegurase de que era lo que realmente necesita, que no gastase por gastar. Así que, tras pensarlo un poco, nos olvidamos de ella. Pero al día siguiente nos sentamos en la terraza después de comer, se nos ocurrió meternos en Wallapop y vimos que un chico de Galicia, que cerraba por la pandemia, vendía la heladería entera, y estaba todo nuevo, con solo cinco meses de uso. Así que alquilamos un camión y nos fuimos a buscar todo el material. Y estuvo bien, aunque al mes y medio la máquina ya se me había quedado pequeña (risas), por lo que tuve que optar ya por una máquina en condiciones. Al tiempo empezamos a hacer cosas un poco más peculiares y de repente nuestros helados se hicieron virales.
Supongo que el tema de los helados es un reclamo para que muchos se pasen por allí expresamente para probarlos.
Sí, aunque los estamos cambiando constantemente. Es verdad que se han quedado algunos en vitrina, como el de Pelotazos o el de llave ácida, porque se han hecho virales y la gente los sigue pidiendo, pero los más vendidos siguen siendo el de mantecado y el de queso. El primero lo hacemos con vainilla, caramelo, leche infusionada con canela y bien de huevo. Y el de queso, que es el helado estrella en todas las heladerías de Cantabria, lo hacemos un poco diferente al resto. Lleva cinco tipos de queso, así que notarás diferentes matices conforme se vaya deshaciendo el helado. A la gente le sorprende mucho cuando lo prueba, a eso a mí me gusta y me emociona.
Otras veces serán los clientes los que se emocionen con tus creaciones.
Pues mira, el año pasado vino un señor mayor a comer al restaurante y se pidió de postre el helado de mantecado. Se emocionó tanto que se puso a llorar, y seguidamente nos contó una historia que conmovió a todo el comedor. Resulta que en su época no había heladerías, la única opción era que tu padre te llevara a la feria del pueblo, que solo había dos al año. Y nos dijo que nuestro helado le recordaba al que él comía con su padre. De repente empezó a acordarse de aquellas romerías y del helado que tomaba siempre... Fue muy emocionante.
¿Tienes formación como heladero o eres autodidacta? ¿De dónde te viene la pasión por los helados?
La primera vez que me formé como heladero tenía 18 años, fue con un curso de Carpigiani en Valencia. Y más tarde he seguido formándome en Benidorm y en Murcia. Y luego ya, una vez tienes los conocimientos y la maquinaría, te vas a ferias como la de Rímini (Italia), que es increíble, y allí sigues aprendiendo un montón de cosas. Pero todo lo relativo a los sabores nuevos, diferentes a los del resto, lo he ido descubriendo de forma autodidacta. Hago lo que me apetece en todo momento, aunque es parte de un negocio (el restaurante), yo lo vivo como un hobbie. Pruebo con sabores que se me ocurren, o que me dice un amigo, o que la gente me pide por redes sociales... Pero esto en realidad surgió como un complemento al restaurante y para ofrecer algo por las tardes, ya que en las comidas y las cenas ya estábamos llenos. Aunque a mí siempre me ha gustado mucho el helado, recuerdo que por el pueblo siempre pasaban dos heladeros y cuando no pitaba uno, pitaba el otro. En casa de mis abuelos paternos había siempre helados... Y en las romerías recuerdo que cuando la gente iba a por cubatas yo me acercaba a ver al heladero, para mí es un vicio (risas).
Estando en una zona como Los Valles Pasiegos, supongo que trabajaréis con pequeños productores de la zona a la hora de crear nuevos sabores para vuestros helados.
Siempre que se pueda, apostamos por el kilómetro cero. Por ejemplo, trabajamos con leche de Granja Cudaña, que están aquí cerquita, en Labarces. Los quesos que uso son siempre de Cantabria y el sobao que empleo para otro de los helados más vendidos es de El Andral. Así que siempre que podemos apostamos por el producto local, lo que no quita que también utilice productos que son de Nestlé, como los chocolates, la leche condensada, el Kit-Kat... Pero cuando he bajado a Benidorm, los dos últimos años, para competir en el concurso donde se elige al 'Mejor heladero de España', he llevado helados elaborados con chocolate y leche de Cantabria. El resultado podrá ser mejor o peor, pero es muy importante que se use producto local, de hecho yo vivo de esa gente. Así que tengo que defenderlos.