Miriam considera que sus compañeros la están aislando, se siente sola y se ha dirigido al confesionario a desahogarse y, de paso, dejar un recadito a sus compañeros. “Mis cosas prefiero contárselas al espejo. Este es mi concurso y yo lo quiero vivir. La gente aquí me está empezando a tocar… la puerta, la puerta de la rabia. Al que venga a por mí le voy a dar el triple de su medicina, eso no tiene precio porque lo disfruto, es como un orgasmo”, asegura.