Cuando se entrega en Puertollano, coincidiendo con un acto cercano en el que se encontraban muchos periodistas, Alfredo Galán, el asesino de la baraja, se mostró profundamente locuaz diciendo, de manera espontánea que, con todo lo que había contado, sus captores se harían muy famosos “más famosos que yo” y asegurando que le había encantado la fama que le había dado la prensa bajo el apelativo de ‘El asesino de la Baraja’.