El padre de los niños de Godella pide a su familia que viaje a España para apoyarle en su defensa
Ayudados de la unidad subacuática los agentes inspeccionan un pozo cercano del que se han llevado un palo y también de la parcela, herramientas y más palos. La guardia civil ha recibido la autopsia definitiva y busca el arma del doble crimen porque los golpes que tenían el niño de 3 años y medio fueron producidos con un objeto cilíndrico. La bebé pudo ser arrojada contra el suelo o golpeada con una piedra. Pudo ocurrir cerca de las tumbas que improvisó presuntamente María, según la investigación. Gabriel le dijo a la Guardia Civil que no escuchó nada durante la noche, y le creen. Cuando se despertó es cuando comprobó que los niños no estaban y comenzó la terrible discusión de la que huyó María. Ella misma le gritaba que estaban en su corazón y que resucitarían. Gabriel entró en cólera y la persiguió. Hasta que una vecina intervino y llamó al 112. María desapareció y se escondió en ese cubo sin sentido del que asomaban sus piernas. Cuando la detuvieron no estaba alterada, es más los agentes llegaron a exasperarse porque se negaba a hablar de dónde estaban sus hijos y no fue hasta horas después cuando confesó el terrible desenlace. Gabriel el padre durante esas horas detenido intentó hablar y explicar lo que sabía, incluso contó que había dicho que estaban todos muertos por desesperación, porque es los que creyó cuando ella salió huyendo diciendo que se reencarnaría en los niños. Según su abogada se enteró de las muertes de sus hijos en calabozos. Fue un impacto emocional tal que además la letrada le aconsejó no declarar oficialmente. Gabriel también fue sometido a una pericial psicológica pero a diferencia de María no hizo falta ingresarlo. Ahora mismo Gabriel y María están en la misma prisión, en la enfermería cada uno en lado de la planta pero no se cruzan. Han recibido las visitas de sus abogadas que les aconsejaron no declarar. Según Instituciones Penitenciarias María, ayer, tuvo un altercado cuando subía de la comida. Dijo que la quitaran las dos presas de apoyo porque tenía miedo de matarlas, y empezó a correr histérica. Pataleaba y daba mordiscos mientras los funcionarios la reducían. Pero no fue complicado ya que es una mujer pequeña. Finalmente le han quitado las dos presas y está en la celda de cristal sola pendiente de los exámenes psiquiátricos que la van a hacer por si fuera necesario medicarla por algún tipo de esquizofrenia. Su marido explicó a los agentes que no estaba medicada, ni diagnosticada pero que esos episodios de rabia eran frecuentes. Él la culpa de los crímenes pero asegura que no pensó que acabara matando a sus hijos porque si no habría intervenido, como pretendía Noemí, la abuela de los pequeños.