La fortaleza de un suspiro, a veces arropado en lágrimas, de las casi 160 chicas que sobrevivieron al depredador y que durante siete días palabra a palabra le han obligado escuchar. Un pormenorizado relato de los casi 30 años que el médico, ahora de apariencia insignificante detrás de las gafas, utilizó para asediar a las niñas del equipo estadounidense de gimnasia rítmica; abusando de algunas de ellas desde los seis años.

Y la jueza Rosemarie Aquilina que ha sido implacable con el reo, con los hasta 175 años de cárcel que le ha impuesto, sin ocultar su satisfacción: "Acabo de firmar tu sentencia de muerte". “Es un honor y un privilegio condenarte”, ha indicado. Todo ello después de despreciar la carta en la que el acusado decía haber sido manipulado. Y abrazos, ahora sí, curativos para las mujeres, entonces niñas que padecieron sin ser escuchadas; ni auxiliadas por nadie.