La pareja de María y Gabriel tenían problemas con las drogas. Él había perdido el trabajo como cocinero y desde entonces, la situación de la familia fue a peor. El pequeño de tres años y medio no asistía al colegio con regularidad lo que había alertado a los agentes sociales de Rocafort, en Valencia. Sin embargo, nadie pudo evitar la tragedia: ni la madre de María, que los ayudaba como podía, ni de sus amigos que le llevaban comida a los pequeños, ni las autoridades. El chalet okupado en el que vivían estaba en condiciones desastrosas, sin lo mínimo indispensable para criar a dos niños a los que terminaron matando en medio de su enajenación y su violencia. Los cadáveres de los dos pequeños fueron encontrados semienterrados en fosas separadas a pocos metros de la vivienda.