Candela y Massimo descubren que ambos tienen visiones el uno con el otro a pesar de la distancia

  • El italiano duerme en casa de Rosario y la sevillana se hace pasar por la cuidadora de Pietro Salvatori

Candela y Massimo no saben que hacer para dejar de reencontrarse a través de sus extrañas visiones. Desde su fortuito tropezón en el aeropuerto de Praga, los protagonistas han comenzado una inusual relación basada en románticas apariciones. No conforme, la sevillana planea un viaje a Roma para ver en persona al italiano. Pero cuando llega a la oficina de los Salvatori, descubre que su amante se ha marchado a Sevilla.

Massimo miente a Francesca y le asegura que tiene que volar a Sevilla debido a una importante reunión de negocios. Cuando llega a Andalucía se siente perdido y desorientado, pero el destino hace que escuche una conversación entre Ignacia y su marido en la que hablan de la academia de la bailarina. Decidido a reencontrarse con la profesora de flamenco, acude a su estudio de danza, pero allí solo esta Ana, quien le comunica que Candela está de viaje en Roma.

Candela se hace pasar por la nueva cuidadora del padre de Massimo. Al escuchar su nombre, su ex mujer reacciona, ya que le resulta muy familiar."Yo ya he oído ese nombre antes, a mi hijo. Era una chica que conoció en un viaje y luego le aparecía como un fantasma", desvela ella entre risas. Al mismo tiempo en Sevilla, Ana lleva al romano hasta casa de Rosario. La madre de Candela sabe quién es a la perfección y decide confesarle lo que su hija le ha contado. "Mi hija te ve cuando no estás, Candela tiene una relación con tu visión, lleváis un tiempo juntos y discutís como un matrimonio".

Él le cuenta que también ve a la joven: "Yo tengo a la visión de tu hija aquí sentada al lado", dice. "¿Crees que Candela está enamorada de mí?", le pregunta. "Igual que tú de ella", responde ella.