Las palabras más duras de Aless Lequio a Ana Obregón: “Mamá, perdóname por tener un hijo defectuoso”

  • Aless Lequio falleció de cáncer en 2020

  • Padecía un sarcoma de Ewing, un cáncer muy agresivo que solo se da en niños y gente joven

  • Recibió tratamiento en Estados Unidos y el tumor se redujo mucho

Ana Obregón recibió la peor noticia que una madre se puede imaginar: su hijo Aless padecía cáncer. Tenía sarcoma de Ewing, un cáncer que solo se da en niños y gente joven y que es muy agresivo. Para tratarlo, la actriz decidió irse a Estados Unidos, donde había una terapia de protones que en ese momento no existía en España y que podía ayudar a su hijo a combatir el cáncer.

Se marcharon a Nueva York y su estancia allí fue muy complicada. Las sesiones eran muy duras, pero además tuvieron que lidiar con importantes contratiempos, como que les echaran del hotel donde se alojaban porque habían superado el plazo máximo de tres semanas. En esa etapa, Aless le dijo a Ana Obregón unas palabras de lo más duras y la actriz todavía se emociona al recordarlas: "¿Sabes qué me llegó a decir? Mamá, perdóname por tener un hijo defectuoso".

A pesar de todo, siguieron adelante y llegó la mejor de las noticias: al finalizar el tratamiento el tumor se había reducido en un 90%.

Regreso a España

Volvieron a España y Aless siguió con el tratamiento en Barcelona, donde recibía sesiones de quimio. Cuando terminó, el cáncer había desaparecido y Aless estaba curado. Ana Obregón se sintió renacer, pero las buenas noticias solo duraron siete meses. El cáncer había vuelto y esta vez el tratamiento no funcionó.

La despedida de Aless

Ana Obregón abrió su corazón al relatarle a su amigo Bertín Osborne cómo fueron los últimos momentos de su hijo Aless y cómo, a pesar de todo, él siempre mantuvo la sonrisa. Alessandro Lequio, su padre, estuvo con ellos todo el tiempo el último mes y un día Aless comentó: “Merece la pena estar así por veros a los dos juntos”.

El duelo de Ana Obregón

Tras la muerte de Aless, Ana Obregón dejó de mostrarse fuerte. No había llorado delante de su hijo, pero cuando se despidieron se encerró en su casa e incluso le costaba hablar. “Yo me perdono la vida todos los días”, le confesó a Bertín.