Regresamos con uno de los coches más esperados por todos los alfistas este año. Tal y como os decíamos, el Alfa Romeo 4C es todo pasión y sus líneas no dejan lugar a dudas. Es bajo, corto y ancho, y su diseño recuerda a muchos modelos de la firma del Cavallino Rampante. De hecho, parece que estamos ante un Ferrari en miniatura.

Su estilo es suave pero contundente, tiene multitud de entradas de aire, las llantas son de 18 pulgadas delante y 19 detrás y los faros led están rematados en fibra de carbono.

El interior es simple y espartano, pero está terminado con la calidad y el diseño que se espera de un buen italiano. El carbono se deja ver por doquier, la posición de conducción es baja y deportiva, y el espacio interior resulta suficiente para cualquier persona, por alto que sea.

Eso sí, salir del 4C nos resultará un tanto complicado dado el poco espacio que existe respecto al suelo.

Por otro lado, el cuadro de mandos es digital, los asientos son de cuero, y tiene detalles muy racing, que parecen extraídos directamente de un vehículo de competición.

El 4C es uno de los pocos coches del mercado que utiliza un chasis monocasco de fibra de carbono. Esta tecnología deriva de la Fórmula 1 y es responsable de que el peso de este pequeño misil no supere los 900 kilos.

El motor, colocado en posición central, es un 4 cilindros con 1,7 litros que rinde 240 caballos, suficientes para impulsar el 4C hasta los 100 km/h en sólo 4,5 segundos y alcanzar los 258 km/h de velocidad máxima.

Como cabía esperar, su comportamiento es directo y reactivo. No tiene dirección asistida y el coche se dirige sin titubeos allí donde le ordenemos con el volante.

En pista se muestra muy rápido, y nuestro piloto pudo completar una vuelta en un tiempo de 1:50,5. Un registro sólo apto para vehículos con motores que superan los 400 CV.

Hasta aquí esta prueba en primicia del nuevo Alfa Romeo 4C, un automóvil único que hará las delicias de sus afortunados poseedores en el mundo y, uno sólo, de momento, en España.