Pikes Peak, escenario épico

telecinco.es 09/07/2013 14:31

La pasada semana, Ari Vatanen y Sébastien Loeb unían sus caminos en una paradoja espacio-tiempo para encontrarse a través de las décadas en un escenario en el que la épica lo es todo: Pikes Peak.

La subida a la montaña americana, situada en Colorado, tiene un recorrido de 19,9 kilómetros, 156 curvas y una altitud de 2.000 metros. Un detalle que resulta clave debido a la dificultad que representan los cambios de presión y temperatura hasta llegar a la cima.

Loeb se retiraba el pasado año del mundial de Rallyes con nueve títulos, y desde entonces ha estado buscando retos como éste. El objetivo era batir el récord establecido por Rhys Millen y, sobre todo, emular a su admirado Ari Vatanen, que en 1988 ganaba la carrera y protagonizaba un cortometraje que reflejaba la dureza de esta competición.

Loeb afrontaba la carrera a los mandos de un Peugeot 208 Turbo 16 con un motor que rinde 875 CV y que pesa la misma cifra. Es decir, un caballo por kilo. El cambio de esta máquina es secuencial y, por supuesto, el apoyo aerodinámico es absoluto.

El francés conseguía batir el record y rebajarlo en más de un minuto. Toda una hazaña que, sin embargo, no es comparable a la que en su día firmaba Ari Vatanen. Las diferencias son evidentes.

Hasta hace bien poco, todo el trayecto se disputaba sobre tierra y las medidas de seguridad brillaban por su ausencia. Y si no, podéis observar la caída que tenía el piloto nórdico cuando afrontaba algunas de las horquillas.

Aquel Peugeot 405 Turbo 16 tenía un motor de dos litros que rendía 600 CV y pesaba 900 kilos. El cambio era manual de 6 velocidades y como podéis ver, la diferencia con el secuencial es patente. Aquella bestia indomable aceleraba de 0 a 200 km/h, repetimos, de 0 a 200 km/h, en sólo 10 segundos. Sin duda, eran otros tiempos.

Vencer en el Pikes Peak tiene una elevada carga de leyenda, algo de lo que ya no pueden presumir muchos otros campeonatos. Y es que cuando la FIA prohibió los famosos grupos b de rallyes, la subida americana se convirtió en el hábitat natural de estos coches. Incluso, Michelle Mouton ganaba su categoría en 1984 a los mandos de un Audi Sport Quattro, convirtiéndose en la primera piloto no americana en hacerse con la victoria aunque fuese parcial. Y, por supuesto, la primera y única mujer que hasta ahora lo ha conseguido. Algo que a la francesa debió de saberle a poco, porque al año siguiente se hizo con la victoria absoluta.

El mito de Vatanen ha estado muy presente durante la carrera y muchos seguidores de la prueba alucinaban cuando Loeb repetía el ya icónico gesto de usar la mano como visera improvisada para evitar deslumbrarse con el sol. Y es que, para no poner las cosas fáciles, la organización lanza a los mejores coches casi al atardecer.

Quizás ya no haya pilotos como Vatanen, pero las cosas han cambiado y Loeb lo ha dejado claro destrozando el récord de la carrera con un ritmo, simplemente, brutal.