Primera parte del Rolls Royce Wraith

Primera parte del Rolls Royce Wraith
telecinco.es
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No es habitual que una marca como Rolls Royce se mantenga tan activa en el mercado como está sucediendo en los últimos años. Y buena muestra es que en 2010 lanzaron el Ghost, poco después la actualización del Phantom y, en 2013, regresaron a sus orígenes deportivos con la creación del Wraith.

Recibimos una irrechazable propuesta del fabricante británico para probar su nueva máquina en los alrededores de Niza en la Costa Azul francesa, y por supuesto, hasta allí se desplazó un equipo de Más Que Coches GT. Un lugar único para conducir una auténtica pieza de artesanía…y tecnología.

El Wraith se presentó oficialmente en el salón del automóvil de Ginebra en marzo y, meses después y en exclusiva para una televisión en España, nos pusimos al volante.

Y la primera impresión es que estamos ante un automóvil que combina valores como la elegancia, la belleza, el refinamiento y la sofisticación técnica. Un coche que responde a la perfección a las exigencias de la marca y a su famosa frase: “si no existe, diséñenlo”.

El Wraith tiene una carrocería con tres puertas, una longitud de 5,2 metros y una anchura que roza los dos. Las líneas traseras, de estilo fastback, recuerdan a los automóviles de los años 30 y, por supuesto, al cine negro de aquella época. Según los responsables, se trata del GT perfecto para todo un caballero.

Si el exterior es imponente, acceder al interior es como viajar a otro universo. Las puertas son de tipo bisagra, lo que facilita mucho la entrada y la salida del Rolls y se pueden cerrar de forma automática pulsando un botón de forma constante.

Tiene capacidad para cuatro pasajeros y todo el habitáculo está recubierto por las mejores pieles y la madera de canadél satinada, que ha sido tratada de forma artesanal para resultar muy agradable al tacto.

El reposabrazos central está inspirado en las sillas de montar a caballo y los asientos son grandes butacones que elevan la comodidad del coche. Por supuesto, uno de los elementos más sorprendentes es la iluminación superior, que está formada por 1.340 luces tejidas a mano en la piel del techo, con regulación de intensidad incluida.

A pesar de su elevado grado de deportividad, el Wraith incluye el clásico hueco porta-paraguas en la puerta del conductor. Sin duda, y a pesar de que tiene mucho tiempo, es una solución muy práctica, ya que al estar en contacto con el calor que emite el motor, el paraguas se seca enseguida.

Otra de sus delicatesen es la ayuda al aparcamiento, un sistema que a través de varias cámaras situadas alrededor del coche, ofrece una imagen cenital de nuestros movimientos.

Hasta aquí la primera parte del Rolls Royce Wraith. Más tarde os lo mostraremos en movimiento, y como dicen sus creadores, “es un automóvil potente… pero no salvaje”.