Aquí tenemos la segunda parte de este enfrentamiento. Una batalla en la que solo el crono puede decidir el vencedor. El Megane RS apuesta por la potencia y la efectividad, pero no olvidemos que es casi 500 kilos más pesado que el Abarth 500. Además, el italiano es mucho más pequeño y ágil.

Comenzando la vuelta con el Abarth, se nota a primera vista que es un coche estable, y tan solo si frenamos demasiado fuerte entrando en una curva la trasera se descoloca. Sin embargo, y al contrario de lo que pueda parecer en un tracción delantera con un motor turbo, las pérdidas de tracción son casi nulas.

En la recta más larga, el Abarth aprovechaba su motor para alcanzar 153 kilómetros hora, y negoció la curva más lenta a 62. Eso sí, los tres pianos de la curva de entrada a meta era cosa de niños y conseguía una vuelta rápida de 1 minuto con 8 décimas.

Turno del Megane. En la recta de meta activamos desde el volante el cronómetro integrado para tener una referencia instantánea. Pero ya empezando la vuelta, su potencia no dejaba lugar a dudas. Además, con una caja de cambios rápida y perfectamente escalonada nos hacia llegar a final de la pequeña recta de kotarr en cuarta velocidad a 169 kilómetros hora.

Pero donde se nota la perfecta puesta a punto del Megane es en la zona revirada, la trasera se desliza ligeramente en el inicio de la curva, e incluso poniendo gas a fondo en la salida, las pérdidas de tracción no variaban la trayectoria. Comportamiento que se debe a su diferencial autoblocante mecánico.

En la chicane de entrada a meta, el Megane se ponía en dos ruedas, y utilizando todo el ancho de la pista completaba la vuelta en 56, 4 segundos. Más de 4 segundos más rápido que el Abarth. Una diferencia no tan grande si tenemos en cuenta la diferencia de potencia.

Esto fue todo desde kotarr, una prueba diferente, de dos coches que persiguen lo mismo: diversión. Además, pueden ser tuyos desde 18.000 euros en el caso del Abarth y 28.000 en el caso del Megane.