La mayor parte de los vehículos se han visto afectados por las nuevas mediciones, no porque vayan a consumir más durante la conducción, sino porque, al cambiar las normas de valoración (distancia, ciclos en ciudad y carretera, velocidad media, etc.), se incrementarán las cifras de consumo y emisiones que los fabricantes proporcionaban en la ficha técnica. Este hecho, que iba a provocar un aumento considerable en el impuesto de matriculaciones de los automóviles afectados, no será tal, de momento, tras aprobar el Gobierno una moratoria que frenará el impacto fiscal hasta el 31 de diciembre de 2020.

No obstante, en el caso de los vehículos eléctricos, este nuevo ciclo no va a afectar a los gravámenes fiscales ni al precio final después de esa fecha, ya que para fijar este tipo de impuesto se tienen en cuenta solo las emisiones de CO2 y, obviamente, un coche eléctrico no emite este gas por mucho que consuma.

En lo que sí se van a ver afectados los vehículos eléctricos es en las cifras de consumo e, indudablemente, en la autonomía que figuraba en la ficha técnica proporcionada por el fabricante: con los nuevos ciclos se van a reducir las autonomías al someterse estos automóviles a cálculos más estrictos y severos.

Asimismo, al igual que el resto de vehículos con combustibles tradicionales y/o gas, cada modelo y cada variante de una marca de un coche eléctrico se someterá a los nuevos ciclos de forma individual, de manera que cada uno tendrá asignado unos datos concretos de consumo y autonomía, mucho más ajustados a los datos reales.