Si a ello le sumamos que nuestro país se encuentra en una época de recuperación económica a nivel empresarial, el potencial del renting es enorme. Las nuevas formas de movilidad están abriendo un abanico de posibilidades muy interesantes en el sector: la popularización de la economía colaborativa y del pago por uso han puesto en evidencia la disolución del concepto de propiedad, y ha calado en el usuario particular con un mensaje muy atractivo: no se pagan cuotas de entrada, sino una cuota fija mensual que incluye todos los gastos relacionados con el vehículo, desde reparaciones a impuestos, y, además, le ofrece la posibilidad de cambiar de vehículo en un plazo corto de tiempo.

La tecnología también va a desempeñar un papel fundamental en el sector, sobre todo, en lo que a seguridad y eficiencia en la conducción se refiere. Los sistemas telemáticos, el big data y los vehículos conectados van a facilitar cada vez más las gestiones de cada vehículo en caso de incidencias e, incluso, las plataformas digitales van a agilizar los trámites necesarios y derivados del uso del automóvil.

Los mayores desafíos del sector pasan por la renovación de la flota con vehículos: el diésel ha sido el carburante más demandado por los clientes en los últimos años, sin embargo, el impuesto al gasóleo, los protocolos anticontaminación de las grandes ciudades, y la reciente propuesta del Gobierno para prohibir los combustibles fósiles a partir de 2040, va a empezar a inclinar la balanza a favor de los motores eléctricos y otros combustibles alternativos; pero todavía hoy y de cara al año que viene, aún hay espacio para todo tipo de motores.