Es la última carrera de verdad, una competición a la vieja usanza. Un circuito urbano, velocidades medias de 230 km/h, y pilotos sin miedo a morir. Esto es el Tourist Trophy en la Isla de Man.

Esta carrera se celebra cada año desde 1907 y hasta el momento, desgraciadamente 240 pilotos han perdido la vida a lo largo de estas carreteras. Los números hablan por sí solos, y por algo está considerada la competición de motor más peligrosa del mundo.

Aquí no hay estrategias, ni cambio de neumáticos ni Safety Car. Sólo las manos, la valentía y la concentración del piloto cuentan. Además, las historias épicas se cuentan en cada curva.

Como la del inglés Mike Hailwood, un piloto de los años 70 que tuvo un accidente durante los primeros compases de la competición, se rompió la nariz, dobló el manillar de su moto y dejó el motor echando humo. Pero se levantó, arregló su máquina como pudo, remontó, y cruzó la meta en primera posición con la cara y el mono ensangrentados. Y es que, después de semejante hazaña, es lógico que pensemos que ya no quedan pilotos así.

Como dicen los lugareños, esto es una carrera sin ley. No hay reglas y sólo el más rápido gana. Adelantamientos al límite a más de 320 km/h, tumbadas rozando los muros con el hombro y cambios de rasante que hacen levantar la rueda en cualquier momento. Hay que verlo para creerlo.

Esto es la Isla de Man, un lugar mítico, creado a base de sangre, sudor y lágrimas. La última carrera de verdad….