Lluc Crusellas, mejor chocolatero del mundo a los 26 años: "Sé que tengo poca trayectoria y me ayudó a trabajar duro"

Lluc Crusellas se ha pasado el día de Todos los Santos en la carretera. Regresaba de París, donde este lunes era proclamado mejor chocolatero del mundo, con su equipo en una larga comitiva: un camión y dos autocaravanas. El viaje ha sido menos largo que su preparación para entrar en el olimpo de los pasteleros. Han sido dos años de trabajo para este joven alquimista del cacao, de tan sólo 26 años.

"Hemos llevado carros, utensilios, máquinas, ingredientes... todo", explica a NIUS Crusellas de regreso a su tierra, que se ha volcado con su participación.

Crusellas se ha convertido en el primer español en coronar el podio del prestigioso concurso organizado por Cacao Barry que se celebró en el Salon du Chocolat de París. Nombres ilustres como Pol Deschepper, Naomi Mizuno, David Comaschi, Vincent Vallée o Elias Laderach ganaron en ediciones anteriores. La imagen más llamativa de la última edición ha sido el elefante con 170 kilos de chocolate que diseñó el catalán para una de las pruebas. Entre el público, predominaba el típico acento de la comarca de Osona.

Una comarca volcada en el concurso

"La semana pasada llegamos a París cinco personas del equipo, pero el fin de semana llegaron 80 personas, entre familiares y amigos. La grada era mi comarca. Fue muy emocionante" recuerda el pastelero nacido en Santa Eulàlia de Riuprimer y afincado en Vic.

Crusellas ha trabajado duro los últimos dos años: "Decidí presentarme con 24 años. Primero tenía que acceder a la preselección del país, me preparé para el concurso de España y lo gané. Este último año preparé París", recuerda. Reconoce que todavía no acaba de creerse el título: "Ya lo iremos asimilando y sacando jugo. Lo importante es que hemos situado la pastelería catalana y española en el lugar que toca y con nuestro proyecto intentamos definir lo que se hace aquí", explica.

El pastelero intenta "innovar y hacer cosas diferentes a las de toda la vida", explica. Así lo ha hecho con el proyecto de pastelería El Carme, en la empresa Pa Vic: "En 2017 decidimos crear una línea de pastelería moderna y de tendencia. Nos intentamos acercar a lo que pasa en la comarca, a cualquier feria, creamos productos especiales para acercar el negocio a la gente. Tenemos productos en movimiento, nada es estático", cuenta.

Primer contacto con la pastelería a los 17 años

Lluc tenía 17 años cuando decidió que quería dedicarse a la pastelería: "Fue un verano de bachillerato que entré como ayudante en el restaurante Can Jubany, me pusieron en el área de pastelería y me gustó lo que vi", recuerda. Estudió en la Escuela Hoffman de Barcelona y pasó por la Pastisseria de Josep Maria Rodríguez, que también con 26 años fue elegido mejor pastelero del mundo en 2011.

Entonces no se imaginaba que en menos de una década estaría en el olimpo de la pastelería. "Sabía que era débil en muchos ámbitos, fui consciente desde el primer momento porque sé que tengo poca trayectoria y creo que eso me ayudó a trabajar duro para mejorar", explica sobre la receta de su éxito. Los últimos acontecimientos han sido difíciles de digerir: "Fue una sensación brutal cuando vinieron los últimos ganadores a hacerse una foto conmigo. ¡Para mí son dioses! Y el lunes yo era uno de ellos en este momento" recuerda.

Un oficio de precisión

El chocolatero se define como un profesional preciso y pulido: "La pastelería es uno de los oficios más precisos que existen e intentado transmitirlo en todos mis movimientos del concurso", explica. Y reconoce que aunque la pastelería y la cocina van de la mano, los fogones no le atraen en su vida privada.

De regreso a su tierra natal, su principal reto es "ahora mismo soñar porque esto no volverá a pasar en la vida" explica y vivir la vida que se ha perdido este último año: "Pasar tiempo con la familia, amigos y el ciclismo, mi gran hobby", explica.

Sobre retos profesionales, Crusellas asegura que en estos momentos no piensa moverse de casa: "Todo esto ha de volver a las personas que me lo han dado todo. Sin la gente de la tienda no estaría aquí y esto tendrá un retorno. Soy muy de Osona y ahora tengo los pies aquí", asegura.