¿Por qué la URSS perdió la carrera espacial?

Antonio Ayuso* 04/05/2016 17:23

Una de las etapas del lanzador se activó inadvertidamente, transformando la base de lanzamiento de Baikonur en un infierno que fundió metales y personas. No pocos han visto en la desaparición de aquellos técnicos soviéticos la razón por la que los americanos ganaron la carrera hacia la Luna.

Todo proceso cuenta con luces y sombras, y la carrera espacial (que duró algo menos que la Guerra Fría), no fue una excepción. Si miramos hacia el éxito, es fácil encontrar ejemplos claros en ambos lados: el primer vuelo orbital del Sputnik, la llegada a la Luna. Si buscamos en las sombras, en cambio, los ejemplos no surgen tan fácilmente. Por el lado americano podríamos citar el accidente que acabó con la vida de los tres astronautas que apuntaban a la Luna a bordo del Apolo 1. Por el lado soviético resulta más difícil encontrar las sombras: el control comunista logró silenciar, durante más de treinta años, la mayor catástrofe ocurrida hasta la fecha en la Ingeniería Aeroespacial.

Mitrofan Nedelin, director del programa de misiles intercontinentales de la Unión Soviética, tenía prisa por regalarle a Nikita Khrushchev un éxito que pudiera presentar ante el mundo el 7 de noviembre, fecha del aniversario de la revolución bolchevique. A la hora del lanzamiento, sin embargo, surgieron varios problemas cuya resolución obligaba previamente, por seguridad, al vaciado de los depósitos del cohete. Nedelin decidió saltarse los procedimientos establecidos para ganar tiempo, y ordenó la reparación sin descargar el combustible. El resultado fue la activación, por accidente, de los motores de la segunda etapa del cohete (la de arriba), lo que hizo explosionar las toneladas de combustible almacenadas en los depósitos de la primera (la de abajo).

La bola de fuego se llevó por delante a la casi totalidad (un centenar) de ingenieros y operarios (entre ellos a Nedelin) que trabajaban aquel día a pie de torre. Los que estaban más cerca fallecieron incinerados; los más alejados murieron por las quemaduras o intoxicados por el vapor generado por los gases de la combustión.

No sin cierta ironía, con el encendido de los motores se activaron automáticamente las cámaras que iban a filmar el éxito del lanzamiento, así que tenemos la grabación de lo ocurrido durante esos segundos:

Solo se salvaron los que, minutos antes de la explosión, habían salido a fumar (no es broma). Uno de ellos era el segundo al mando y fue el que posteriormente llevó a buen término el desarrollo del R-16.

Los diarios rusos anunciaron que Nedelin y sus ayudantes habían muerto en un accidente de avión. Nikita Kruschev encargó a Leonidas Breznez la dirección de la comisión de investigación, cuya conclusión vino a decir, “no hay nada que hacer, los responsables del desastre ya se han llevado lo suyo”.

A los cinco meses, en cualquier caso, los rusos fueron capaces de poner en órbita a Gagarin, dejando clara su superioridad respecto a los americanos. Estos, viendo que a corto plazo no tenían posibilidades de batir a los soviéticos, apuntaron a más largo plazo y crearon la NASA con un presupuesto prácticamente ilimitado. El resto es historia sabida: los rusos siguieron un tiempo por delante de los americanos pero al poco se vieron sobrepasados y finalmente los americanos llegaron los primeros a la Luna. Fin de la carrera espacial.

¿Hubiera ocurrido lo mismo si los cien de Nedelin no hubieran fallecido aquel día de 1960? Ni idea. Pero resulta curioso pensar en un ruso sobre la Luna.

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*Antonio Ayuso es Ingeniero Aeronáutico y lleva más de veinte años trabajando en el sector Aeroespacial. Tiene una amplia experiencia en sistemas espaciales en general y en los que controlan la actitud y la órbita de los satélites en particular.