Esta ocasión ha sido una de las pocas en las que el urogallo ha querido dejarse ver. Y para ser la excepción, las consecuencias han sido nefastas. De carácter esquivo y con tendencia a salir de noche, la fase en la que está en celo es la única en la que el hombre puede disfrutar de este animal, muy típico del Pirineo aragonés.
Al conocer la presencia de este urogallo en zonas cercanas a la civilización, los Agentes de Protección de la Naturaleza. Pero sus esfuerzos no fueron suficientes para evitar lo ocurrido. Cuando lograron trasladarlo a su zona de origen, la agobiante forma de actuar de los privilegiados que pudieron avistarlo ya había hecho mella en él.
La empatía con los animales: una tarea pendiente
"Las molestias causadas por un público que, desconocedor del comportamiento de esta especie, ha tratado de llevarse un recuerdo de un acontecimiento excepcional buscando la proximidad al animal, ha sido la muerte de este", sentencian desde la Institución. Querer inmortalizar aves amenazadas como esta, en definitiva, no siempre es la mejor opción.
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