La factura de la IA: ¿qué ocurre con todo el agua que nutre a ChatGPT para que funcione?

El dilema que abre ChatGPT
  • Los centros de datos en los que se ejecuta la IA usan agua para la refrigeración

  • Se estima que, para dar servicio a la generación de imágenes de Studio Ghibli se usaron 200 millones de litros en una semana

  • Pero, ¿qué significa realmente eso? Hablamos con un experto sobre las dudas que genera el impacto hídrico de la IA

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Con la ‘fiebre’ de la generación de imágenes con el nuevo modelo GPT-4o, se ha hecho viral una cifra aproximada del consumo de agua: más de 200 millones de litros en poco más de una semana. En total, se calcula que cada imagen podría necesitar entre 2 y 5 litros de agua. Pero, ¿de dónde salen estas cifras? ¿qué significa realmente que el agua se consume?

“El consumo de agua no es tanto de la IA per se, sino de todos los centros de datos que tienen los ordenadores donde la IA se está ejecutando”, explica Jordi Damià, director del Máster en IA Generativa de LICEOTIC Training y CEO de Setesca. El agua sirve para refrigerar esos ordenadores que procesan ingentes cantidades de datos y que consumen mucha energía. Manteniendo una temperatura estable, se garantiza el correcto funcionamiento de los ordenadores.

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El agua vuelve a su origen

Otra clave para entender el impacto ambiental de la idea es que en muchos centros de datos “tienen su propio sistema de reciclaje del agua para poderla devolver al río o lago de donde la hayan extraído”, comenta Damià. Entonces, el agua está retenida durante un tiempo hasta que se devuelve a su origen, algunas veces tras un filtrado que elimina posibles impurezas.

Lo que sí que es cierto es la importancia de entender que “cuanto más consumo de informática hay, más consumo de electricidad y más refrigeración se necesita”, por lo que habrá “más agua retenida, que al final es un bien básico”. Por eso, Damià comenta que ya existen algunos proyectos en los que “se utiliza el agua del mar para hacer el proceso de refrigeración” y, en otros casos, “hay incluso centros de datos bajo el agua”. Todo para evitar la escasez de agua potable, especialmente en lugares con pocos recursos hídricos.

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Otro aspecto importante es la eficiencia de los procesadores: “La propia tecnología va evolucionando y se reduce el espacio necesario para estos superordenadores, lo que recorta el consumo de energía y el agua necesaria para su refrigeración”, comenta Damià.

De dónde sale el cálculo de los 200 millones

Si indagamos en las informaciones que han trascendido, la cifra de los 200 millones de litros consumidos en una semana sale de un prompt a ChatGPT: “Lo que hace ChatGPT en este caso es decir ‘yo para hacer un procesamiento de imágenes estoy consumiendo tanto tiempo de una GPU’ y lo multiplica por el número de usuarios que lo están utilizando”.

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A partir de ahí, se obtiene el tiempo de computación, que se multiplica por el agua que se necesita. “Esto da una estimación del consumo total de agua que se necesita meter dentro del circuito de estos centros de datos para poder refrigerar”. Pero, al final, “ese agua no se destruye: se devuelve al ecosistema”, concluye el experto.

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