Juan Sanguino: “Todos somos responsables de lo que pasó con Britney Spears, pero unos más que otros”

  • El escritor publica "Britney one more time" sobre la difícil vida de la estrella del pop

  • Sanguino intenta responder a la cuestión de quién está detrás de afirmación “it’s Britney, bitch”

  • Quedan muchas cosas por contar, la historia de Britney es inabarcable", dice el autor

La suya es una de vidas más expuestas del planeta. Pero, ¿qué sabemos realmente de Britney Spears? Desde su inolvidable debut en 1999 con ‘…Baby, one more time’, Britney Jean Spears ha aparecido en los medios de todo el mundo casi cada día. Hemos presenciado sus mejores y sus peores momentos, siempre con un juicio que hacer sobre ella. La hemos visto casare y presentar a sus hijos, también perder la cabeza y la cabellera. De icono a carnaza para paparazzis, de diva pop a hazmerreír global. La historia de la cantante es en buena medida la historia del siglo XXI, y por ello el periodista y escritor Juan Sanguino desgrana su biografía en el volumen Britney one more time, ilustrado por Inés Pérez. Con la perspectiva que otorgan más de 20 años de distancia desde que conquistara el mundo vestida de colegiala, Sanguino intenta responder a la cuestión de quién está detrás de afirmación “it’s Britney, bitch”.

Britney one more time revisa la historia de la cantante con la perspectiva de los 20 años que nos lleva obsesionando. ¿Por qué crees que Britney es tan importante para todos nosotros?

Desde el principio Britney capturó la imaginación del público de una manera muy poderosa, porque apelaba a ideales femeninos atávicos (la doncella recatada) e incluso contradictorios (la virgen, la provocadora) y precisamente esa tensión obsesionó al público porque ofrecía algo irresistible: misterio. Ella se presentó ante el mundo como un lienzo en blanco, apenas exhibía su personalidad, a diferencia de otras popstars como las Spice Girls, cuya personalidad era arrolladora. Britney no. Ella era un lienzo sobre el cual cada persona podía proyectar sus ideas, sus ansiedades y sus prejuicios respecto a la feminidad, la clase, el triunfo o la cultura de consumo. Y lo que es más asombroso es que, 24 años después, Britney nunca ha dejado de ser ese vehículo de proyección para la sociedad. Hay figuras públicas que tienen ese halo, lo cual hace que trasciendan su propia profesión: Marilyn, Diana de Gales, Kim Kardashian...

Hemos asistido a su vida prácticamente en directo desde hace más de 20 años. ¿Cómo ha ido variando nuestra visión sobre ella?

Por esa condición de lienzo en blanco que comentaba antes, la condición simbólica de Britney Spears ha evolucionado con la sociedad: se puede trazar la evolución del estatus de la mujer en la sociedad y en la cultura desde finales de los 90 solo observando cómo la opinión pública ha tratado a Britney. Empieza con el “feminismo chic” de finales de los 90, cuando las mujeres debían ser sexuales y recatadas a la vez. Se desconfiaba de las mujeres demasiado castas y se condenaba a las demasiado promiscuas, era una dicotomía perversa.

En los 2000 la misoginia se volvió algo pop, en nombre de la mordacidad y del humor, se deshumanizaban los cuerpos analizándolos trozo a trozo, se ridiculizaba la gordura y la delgadez, la naturalidad y el artificio. Incluso las feministas atacaban a Britney porque decían que representaba todo lo que las oprimía. Fueron años de una crueldad salvaje en los medios de comunicación, un estilo que puso de moda Perez Hilton y los miles de blogs de cotilleos que surgieron imitándole. Y en aquel momento Britney era la mayor celebrity del planeta. Se consideraba que las famosas no eran personas de verdad o que, si sufrían, debían aguantarse porque les iba en el sueldo. Ella fue el experimento piloto de la cultura de la celebridad online, con toda su inocencia abrió camino para que las que llegasen detrás se cubriesen las espaldas. Ahora Britney es un símbolo del derecho de la mujer a ser libre y de lo necesario que es tener conversaciones sobre salud mental. Y vaya hacia donde vaya el feminismo en los próximos años, Britney volverá a ser un símbolo de esa nueva etapa.

¿Qué parte de responsabilidad ha tenido el público en la debacle Britney? ¿Y en su reciente puesta en libertad?

Todo el mundo es responsable de lo que le pasó a Britney, pero yo creo que hay que exigir más madurez de las instituciones que de los individuos. La prensa fue implacable y detrás de cada paparazzi, programa de televisión o revista riéndose de ella había gente dando órdenes. Te pongo un ejemplo que no tiene que ver, pero es pertinente. Cuando se filtraron miles de fotos de mujeres famosas desnudas en 2014, un atentado contra la intimidad que se denominó “Fappening”, una web española publicó muchas de ellas. En la redacción, el director de la web corría de un lado a otro gritando “¡Buscad más! ¡Más fotos!” y en esa redacción había periodistas que ya pensaban que aquello era horrible. Con el paso de los años, se simplificará todo y se dirá “Es que en 2014 la gente no se daba cuenta de que esto estaba mal y...”. No, en 2014 ya había personas que se daban cuenta de la gravedad del asunto pero su jefe, un hombre que a diferencia de ellas sí tenía poder, no tenía sensibilidad. No todo el mundo en 2014 era como ese señor. Pues lo mismo con Britney. Todos somos responsables de su humillación pública, pero unos más que otros.

Respecto a la segunda pregunta, la del papel del público en la liberación de Britney, yo personalmente soy bastante aprensivo a la cultura stan que vivimos, en la que la gente no disfruta de las cosas sino que es fan compulsivamente de ellas. Eso anula el pensamiento crítico y la capacidad de reflexión y tiene consecuencias en la política porque todo se trata como si fuera un gran programa de televisión y como si nada tuviera consecuencias. Dicho esto, la cultura stan es esencial para el proceso de levantamiento de tutela de Britney Spears. Hasta que no empecé a documentarme para el libro no descubrí hasta qué punto sus fans más enfervorecidos fueron los primeros y los únicos que, durante años, denunciaron que su tutela era inhumana. El resto de la opinión pública seguía, hasta 2019, encogiéndose de hombros bajo el supuesto de que “Britney no sabe cuidar de sí misma, está mejor controlada por su padre”. El movimiento Free Britney construyó un relato muy atractivo que llamó la atención de los medios generalistas (el New York Times, por ejemplo, no publicó nada sobre Britney entre 2008 y 2016) y generó presión a los abogados. 

¿Queda algo por contar de su historia? ¿Ha habido algún descubrimiento sorprendente en tu investigación?

Quedan muchas cosas por contar, la historia de Britney es inabarcable. Algo que me sorprendió mucho es que Britney nunca fuera plenamente feliz, yo imaginaba que tuvo unos años de esplendor pero no, empezó a sufrir ansiedad y angustia desde sus inicios profesionales. Otra cosa que no me esperaba es que Britney fuese siempre tan consciente de lo que le estaba pasando, incluso en sus momentos más bajos de 2005-2007 escribía textos en su blog muy lúcidos. Y sus errores los cometía a propósito. Se rapó ante las cámaras porque quería que viéramos exactamente lo que habíamos hecho con ella. Britney es tremendamente intuitiva a la hora de presentarse ante el mundo. Sabe cómo impactar. Mira su instagram si no.

¿Es el tipo de celebridad de Britney algo que ya no puede volver a ocurrir?

Absolutamente. Britney fue la última estrella del pop surgida en la monocultura, justo en el instante previo a la llegada de internet a todos los hogares. Hoy Ariana Grande, Taylor Swift o Lady Gaga son superestrellas de la música e iconos culturales, pero mucha gente puede vivir su día a día ignorando su existencia. Eso no pasaba en los 90: Spice Girls, Nirvana o Céline Dion llegaban a todos los rincones del planeta, entonces su dimensión era inmensa. Tu vida podía estar influida por la actitud “Oh well, whatever, never mind” de Smells Like Teen Spirit a pesar de que no te interesase el grunge. Era una cultura que nos afectaba a todos. Hoy todo se consume por nichos. Una serie como Heartstopper puede parecer lo más importante del año en tu entorno, le ha cambiado la vida a miles de personas, pero existen otros cientos de millones de personas en el mundo que jamás sabrán qué es. Y eso enriquece las sociedades, pero también nos separa como comunidad. Hay muy poco tejido cultural común.

¿Qué es lo mejor que podría pasar con Britney a partir de ahora?

El futuro de Britney es misterioso. Ella tiene esa capacidad para despertar misterio a pesar de que estoy seguro de que jamás se consideraría a sí misma una mujer misteriosa. Lo mejor que podría pasar es que se cumplan sus sueños, que siempre han sido los mismos: retirarse, vivir en el campo (o en una isla desierta), divertirse con su marido y tener muchos hijos. A mí me encantaría que desapareciese para siempre pero, dado que es bastante exhibicionista y solo entiende el mundo a través de la fama, probablemente vuelva a los escenarios en un par de años.