Manuel Outumuro, primer español en ganar un premio Lucie: "Los fotógrafos españoles somos los grandes olvidados"

  • El Lucie es el equivalente en fotografía a un premio Oscar en cine y se lo han otorgado por su trayectoria en el mundo de la fotografía de moda

  • Aunque empezó su carrera con 40 años se ha convertido en un referente en el mundo de la fotografía de moda y retrato

  • Con su cámara ha disparado a casi todos los actores y modelos del panorama nacional, que forman parte de su archivo con más de 10.000 negativos

Unos días antes de saber que le habían concedido el premio Lucie por su trayectoria en el mundo de la fotografía de moda, Manuel Outumuro (Ourense, 1949) estaba comentando con algunos compañeros que ellos, los fotógrafos, son los grandes olvidados. Que si bien en cine, música y hasta arquitectura hay festivales que reconocen a los profesionales de estas disciplinas, en fotografía no. Excepto el que le acaban de conceder. El Lucie es el equivalente en fotografía a un premio Oscar en cine.

Por eso está ilusionado, contento y deseoso de que, gracias a su premio, la fotografía en España adquiera por fin el valor que se merece y empecemos a considerarla el octavo arte.

Un arte al que él llegó tarde pero que ha desarrollado con pasión. Tanto que se ha convertido en un mago experto en robar el alma en cada disparo y él ha disparado a casi todo el mundo que es alguien en cine o moda en España. En NIUS hemos hablado con él para que nos lo cuente.

Pregunta. Antes de nada felicitarle porque en los 19 años que llevan celebrándose los Lucie es la primera vez que se lo otorgan a un español. Un galardón que han recibido fotógrafos de la categoría de Anne Leibovitz o Peter Lindbergh.

R. Gracias, los Lucie no los conoce tanta gente, solo los que estamos en la profesión, pero es un gran honor sobre todo porque los fotógrafos españoles no somos muy premiados. Hace unos días comentándolo con compañeros llegamos a la conclusión de que teníamos que aceptar todos los premios que nos dieran para que al menos se nos viera.

P. Y justo le dan el más prestigioso, aunque no sé si está de acuerdo en que solo se señale su trayectoria en el mundo de la moda, que si bien es muy importante no es la única. Su colección de retratos es también muy reseñable.

R. Me han comentado que estaba también como finalista en la categoría de retratos, pero ya hubiera sido demasiado. En cualquier caso el 50 por ciento de mi trabajo es moda y el otro 50 por ciento retrato.

P. Alguna vez ha comentado que en cualquiera de las dos modalidades lo que trata es de mostrar el alma de lo que fotografía.

R. Eso es, a parte del físico, y de cómo ilumines, hay que lograr un añadido intangible y muy misterioso que es mostrar algo del alma de ese personaje. Ese es el secreto de un buen retrato.

P. ¿Y como se consigue eso?

R. Con dialogo y con sorpresa para el fotografiado. Tratando de que la persona se olvide de que tiene una cámara delante porque en cierto modo el hecho de dispararle encierra cierta agresividad, hasta la misma palabra en sí es agresiva. Hay que lograr que se olvide de eso, de que le estás disparando. Ese es el reto y se logra conociendo al personaje. Hablarle de temas que le apasionen, por ejemplo. Eso les relaja y se dan sacando cosas de su interior que no darían si les pones ahí delante solos sin más.

P. Eso es lo que hizo con Javier Bardem. Tengo entendido que el actor no se sentía muy cómodo yendo al hotel donde habían quedado para la sesión e intentó sorprenderle metiendo el colchón en la bañera, tirando cojines por el suelo, cambiando la cama de sitio...

R. La cita era en el llamado hotel de los toreros (Wellington). Sabía que no le entusiasmaba el lugar así que traté de transformar la habitación en un entorno que le fuera cómodo. Al llegar y ver todo patas arriba se sorprendió, le hizo gracia y se relajó. Es fundamental crear complicidad. Eso se ve por ejemplo en esas fotos de Bern Stern a Marilyn Monroe (la última sesión fotográfica de la actriz poco antes de morir). Ella está en la cama relajada. Se nota que había una entrega total.

Una entrega que  Outumuro buscó desde su primer retrato. En la primera sesión que hizo con una actriz lo tuvo claro. Le habían pedido una sesión limpia con Carmen Maura frente a un fondo blanco para un reportaje sobre navidad. Pero enseguida descubrió que no funcionaba, así que llamó a un par de modelos masculinos y dejó que Maura se subiera encima de una mesa. El resultado fue mágico.

P. Con una persona puede lograrse esa complicidad de la que habla pero ¿cómo lo ha logrado con los vestidos de Balenciaga? Usted fue el fotógrafo designado para hacer el catálogo oficial de su museo y después de ese trabajo le contrataron además para fotografiar los archivos del Museo del Traje.

R. Cuando me llamaron para lo de Balenciaga lo primero que les dije es que yo no hacía fotografías de bodegones. No es mi estilo. Pero insistieron porque lo que buscaban no eran fotografías sin más. Eso fue lo que me dijeron, que me habían buscado porque querían un fotógrafo de retrato y de moda pero que consiguiera que los trajes tuvieran alma. Fue todo un reto. Tenía el mismo vestido que había llevado Grace Kelly en un palo, sin cabeza, sin manos, sin pies. Había que buscar ese ángulo, esa posición y ese movimiento aunque fuera ficticio. Intenté que algunos de esos trajes parecieran que estaban andando, tratando de lograr que de verdad tenían alma. No sé si lo conseguí.

Esas fotografías de las que habla tuvieron tanto éxito que no solo se quedaron en un catálogo del museo que las encargó, además se han convertido en una exposición itinerante por distintas ciudades para mostrar el arte de los dos maestros, Outumuro y Balenciaga.

"Para mi lo de Balenciaga fue un regalo. No solo descubres la obra de un gran maestro, sino también un recorrido por toda una época, una cronología, todo vestido llegaba con una historia detrás. Y eso es un poco la moda. Contar lo que hay detrás. Un trabajo que no está tan reconocido en España.

P. ¿Qué quiere decir? ¿No valoramos la moda?

R. En cierto modo no. El trabajo de los fotógrafos no está tan reconocido, pero los de moda menos aún. Aquí tenemos como un prejuicio sobre este sector. Cuando hablo de moda hablo de indumentaria, de la historia del vestir y soy muy respetuoso. A mi no me gusta hacer fotografías donde no se vea la prenda. Soy muy descriptivo, creo que por eso me eligieron para Balenciaga y para otras fotografías del Museo del Traje. Me gusta incidir en los detalles. Que se vea el trabajo que lleva detrás.

P. Quizá por eso ha sido el fotógrafo preferido de muchos diseñadores, modelos y publicaciones de moda como las revistas Vogue o Mari Claire.

R. Empecé a disparar en el 90 que fue cuando gracias a Peter Lindbergh y su famosa fotografía de cinco super modelos se acuño el término Top Model. Yo hice la primera sesión con Martina Klein, Judit Mascó. Esas modelos pasaron a tener una identidad, no eran mera perchas.

P. Pero usted empezó trabajando de diseñador gráfico, incluso tenía un estudio que no le iba nada mal.

R. Yo empecé tarde (40 años) en la fotografía, es verdad. Pero fue tal la pasión de pasarme de la tipografía a la fotografía que me entregué y me sigo entregando con mucha actividad.

P .¿Cómo fue ese cambio?

R. Fue un cambio muy sencillo. He tenido la suerte de trabajar con los mejores fotógrafos cuando era director de arte, porque en mi estudio se hacían imagen de muchos diseñadores. Cogí todo el boom de la moda de España, he trabajado para Toni Miró, Armand Basi, Amaya Arzuaga. Al principio yo no hacía las fotos, las encargaba. Además llevaba la dirección de arte del periódico La Vanguardia mujer. Pero en una sesión el fotógrafo nos falló. Teníamos todo montado en el Ampurdán, así que cogí mi cámara Pentax , que es la que usaba para hacer los making of  y disparé yo. Fue una revelación. En ese momento llegue a la conclusión de que todo lo que yo había hecho era una preparación sin saberlo para ser fotógrafo.

P. Siempre cuenta que todo lo que hace viene marcado por sus orígenes humildes, ¿también esa decisión de pasarse a la fotografía?

R. Mucho. A los pies de mi cama había una fotografía de mis padres Y esa foto marcó mi niñez.

P. Usted vivía con sus abuelos porque sus padres habían emigrado a Venezuela.

R. Crecí con mis abuelos. Mi niñez como la de otros niños era esa, mis padres vivían en Caracas, pero no por eso viví una infancia triste. Tenía el afecto incondicional de mis abuelos como otros muchos niños del pueblo, no era una excepción. Lo recuerdo como la época más feliz de mi vida. Pero esa foto de mis padres me marcó, de alguna manera, quizá sin ser consciente, me influyó más de lo que yo creía.

P. ¿Cómo era esa fotografía?

R. Era su foto de boda en blanco y negro. Tenían 15 y 16 años. Para mi eran dos niños colgados a los pies de mi cama que me acompañaban.. Sabía que habían inmigrado para que yo pudiera estudiar y quizá de algún modo eso me influyó.

Cuenta Outumuro que sus orígenes humildes, su forma de enfrentarse a la vida y su curiosidad incansable reflejan su manera de entender la fotografía. Un ejemplo es una de sus últimas exposiciones, De barro y luz para Photoespaña en Zaragoza, en la que muestra 130 retratos de personajes como Penélope Cruz, Pau Gasol, Quim Gutiérrez, Leticia Dolera, Rosa Regàs, Ariadna Gil, Emma Suárez o Juliette Binoche a los que moldea como de niño moldeaba figuras de barro tratando de reflejar lo que son, con la misma admiración que le despertaba el brillo del reflejo de las vacas en el agua cuando las llevaba a beber. "La vida es barro, que es la figura, y luz, es el alma", explica el fotógrafo.

Además de esta exposición tiene publicados cinco libros de fotografías y un impresionante archivo fotográfico que recoge los últimos 25 años de la historia de la moda y del cine.

P. A sus 73 años, y aunque como usted bien dice empezó tarde en esto de la fotografía, tiene un impresionante archivo fotográfico formado por más de 10.000 negativos.

R. Sí, son muchos más. No sé exactamente cuantos tengo pero está todo archivado, sesión por sesión, contando quién participó, qué modelo, qué llevaba. Estamos escaneando lo analógico para archivarlo digitalizado. Películas, negativos, contactos. Todo el trabajo está perfectamente documentado.

P. Un material perfecto para hacer una retrospectiva de su obra.

R. Sinceramente me gustaría hacerlo en Madrid. Nunca he hecho una exposición en la capital y he hecho hasta en Moscú. Pero aquí nunca he tenido esa oportunidad.

P. Quizá ahora ha llegado ese momento.

R. Con mi nuevo equipo (la Fundación Photographic Social Vision) estamos trabajando a ver si por fin conseguimos esa gran exposición en Madrid. Ya que ha tardado en llegar quiero que sea algo memorable, espero conseguirlo.