TAUROMAQUIA

La emoción de Morante de la Puebla al abrir por primera vez en su vida la Puerta Grande de Las Ventas de Madrid

El diestro Morante de la Puebla en la faena a su segundo toro durante la Corrida de la Beneficencia, broche de oro a la temporada de San Isidro
El diestro Morante de la Puebla en la faena a su segundo toro durante la Corrida de la Beneficencia, broche de oro a la temporada de San IsidroEFE
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El diestro Morante de la Puebla ha sido el gran centro de atención en la Corrida de la Beneficencia celebrada en la Plaza de Las Ventas de Madrid donde ha toreado junto a Fernando Adrián y Borja Jiménez.

El diestro Fernando Adrián brinda su segundo toro a Isabel Díaz Ayuso durante la Corrida de la Beneficencia
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La madrileña plaza ha colgado el cartel de “No hay billetes” para este festejo benéfico, uno de los más importantes después de la Feria de San Isidro. En una tarde que ha transcurrido dentro de la normalidad taurina, Morante de la Pueblo se ha convertido en el auténtico protagonista gracias a sus faenas con los toros.

Las faenas de Morante de la Puebla

Bajo la atenta mirada de Isabel Díaz Ayuso, el torero sevillano ha lidiado con las reses de Juan Pedro Domecq. El público, incluido la presidenta de la Comunidad de Madrid, se ha centrado en el arte de Morante, que reafirmó su estatus actual como referente del toreo.

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Isabel Díaz Ayuso durante la Corrida de la Beneficencia

En la primera res, Morante de la Puebla cuajó con una faena llena de gusto y arte con capote y muleta. Nada más finalizar la faena, el público respondió con aplausos y petición de oreja.

El momento de la tarde ocurría cuando el torero logró cortar una oreja tras una gran faena, aunque la espada cayó caída, lo que pudo condicionar el corte del segundo trofeo.

Finalmente, Morante de la Puebla recibía una emotiva y auténtica ovación por parte del público de Las Ventas.

El diestro Morante de la Puebla muestra el trofeo conseguido en la faena a su segundo toro durante la Corrida de la Beneficencia

Gesto que ha agradecido el torero quedándose en la puerta grande, con la plaza en pie reconociendo su entrega.