Tran Ahn Hung, de "El olor de la papaya verde" a la poética de Murakami

AGENCIA EFE 29/04/2011 11:02

"Para mí es todavía un misterio por qué a la gente le gusta esos libros, porque son muy tristes. Pero Murakami tiene la habilidad de crear intimidad con sus historias y dejó algo tóxico dentro de mí. El veneno en ti crece y sale a la superficie hasta hacerse casi peligroso", aseguraba el realizador en una entrevista con la prensa internacional durante el festival de Venecia.

En busca de ese factor intangible que avivaba el pesar discreto de Watanabe, el protagonista de la novela ambientada en los años 60, y su relación con dos mujeres opuestas pero a su vez tristes -Naoko y Midori- lo primero que entendió también realizador de "Cyclo" fue que tendría que asumir que "hay que traicionar al libro de alguna manera para hacer que la película fluya", explica.

Este blues tokiota -protagonizado por Kenichi Matsuyama y Rinko Kicuchi, conocida por "Babel" y "Mapa de los sonidos de Tokio"-, como la papaya que hizo célebre a su autor busca su propio aroma y para ello intenta extirpar la melancolía renunciando al flashback que es la novela entera.

"Hubiera hecho la película demasiado nostálgica y quería retratar una herida fresca, que pasa en tiempo presente de los personajes", dice.

Así, Tran Ahn Hung va sorteando el melodrama para retratar con sentido de lo cotidiano y con sensibilidad cauterizada el continuo postergamiento de la felicidad. "La mayoría de la gente tiene la sensación de que no vive su vida plenamente. Piensas que tienes tiempo para aprovecharla y luego los trenes pasan", resume.

Además de olor, "Tokio Blues" tiene sonido y, a pesar de que su título original de "Norwegian Wood" está inspirado en una canción de los Beatles, el del filme lo pone el del miembro de Radiohead Jonny Greenwood, que vuelve al cine tras su elogiada experiencia orquestando "Pozos de ambición", de Paul Thomas Anderson.

Y el sabor es, inevitablemente, japonés. "Me gusta Japón", reconoce el vietnamita. "Hasta cómo escriben el precio de los huevos en el mercado, es realmente bonito", dice.

Pero detrás de esa perfección formal también se esconde, añade, su gran tragedia, que en "Tokio Blues" se plasma en ese suicidio que afecta, directa o indirectamente, a sus protagonistas.

"Lo que es impresionante en el fenómeno del suicidio japonés es que la gente no expresa sus sentimientos, así que el misterio es muy opaco, no puedes siquiera intuir qué es lo que pasaba", asegura un director que, por otra parte, ha rodado en un idioma que no entiende.

"De alguna manera no es tan difícil. Cuando ves una película y no entiendes el idioma, puedes ver si el actor está bien o mal, es algo obvio. Y rodando enseguida ves cuando algo no funciona", asegura Ahn Hung, quien quizá por eso ha realizado una adaptación literaria sumamente visual.

Eso sí, el realizador echa de menos poder filmar en su país. "Me gustaría hacer más cine allí pero no es fácil a causa de la censura y me he cansado. No tengo más energía para luchar cada día para conseguir los permisos para hacer la película" reconoce con resignación.

Con esa mezcla de nacionalidades, no es extraño que la película se abra al público igual que la novela de éxito mundial en la que se basa, buscando la universalidad.

"Es una historia sobre empezar una historia de amor y que las circunstancias la interrumpan, poniendo tu vida en suspenso. El dolor es siempre el mismo en todos los lugares, es la manera de expresarlo la que difiere", explica.

Y, dentro de las emociones, Tran Ahn Hung integra por supuesto el sexo aunque siempre con pudor. "Las escenas de sexo no me gustan en las películas. El cuerpo es bonito, pero de alguna manera distrae. Por eso elegí mostrar sólo las caras. Lo más sexy, lo más sensual está ahí", concluye.

Mateo Sancho Cardiel