Elvira Lindo: "Poder ser ministra de Cultura, sentir el caramelo del poder, me envaneció media hora"

  • Diez años ha tardado Elvira Lindo en cumplir su sueño: convertir a sus padres en personajes principales de una novela

No es fácil ponerte al frente de una novela después de diez años, y más si en esa novela conviertes a tus padres en personajes literarios. Así es A corazón abierto A corazón abierto(Seix Barral), una novela donde Elvira Lindo recupera sus recuerdos, alegres y dolorosos, de su infancia y adolescencia, pero sobre todo nos habla de una figura.

De Manolo Lindo, su padre. Un fumador y bebedor empedernido, un hombre carismático, pero también contradictorio y extremo que nos engancha desde la primera página, y se corona como uno de los mejores protagonistas de su obra. "Tenía un espíritu expansivo, pero luego era colérico y arbitrario. Nunca sabías por dónde iba a salir. Era arrollador y simpático o mandón y autoritario".

Y sobre él gira la vida de la familia numerosa de los Lindo, a quien nos presenta con esa forma de escribir desenfadada y sarcástica. "No he querido hacer un álbum de fotos familiar, una hagiografía de unos padres perfectos, guapos… Quería mostrarlos en todos sus planos y eso es lo que los hace interesantes. Pensé que si lo contaba bien podía contarlo todo, aunque fueran cosas descarnadas. Parece mentira, pero ahora los quiero más después de haberlos visitado en la novela".

Mi padre tendía a borrar el drama en la familia

Pregunta: Hay episodios muy dolorosos en la novela, pero parece que la ironía ha cubierto todas las pesadumbres familiares.

Respuesta: Mi padre tenía una tendencia a borrar el drama, incluso contando su vida, cuando a los nueve años lo mandaron a Madrid a vivir con una tía a quien llamaba 'La Bestia' por el mal trato que le dio. A mí me ha quedado esa especie de inercia en el comportamiento. Intento ver en todo algo positivo y el humor está presente en todo lo que hago. Soy así y creo que eso se refleja hasta en el físico.

Y así es. Elvira Lindo amansa las palabras y las hace fluir a su antojo don esa cercanía cañí y curiosidad inagotable para las vidas comunes. Por A corazón abierto también aparece su tío Paquito, su abuela Sagrario "la abuela mala que solo le interesaba ganar dinero y tenía cara de señor histórico", y sus hermanos. Y nos describe esos viajes interminables desde la presa de Atazar, en la sierra pobre de Madrid, hasta Málaga.

"Eran tan largos que nos daba tiempo a dormir, sudar, vomitar, cantar y pelearnos. Hasta que mi padre paraba el coche y repartía unos cuantos tortazos". Elvira recuerda esas carreteras comarcales que pasaban por lugares hoy vacíos. "Pasé mi infancia dentro de un coche. Una familia numerosa, con un padre fumador todo el tiempo, era sinónimo de la más pura soledad. Y si nos encontrábamos un soldado por el camino, nos apretábamos y lo llevábamos al pueblo siguiente".

En los últimos años de vida, su padre , el auditor, dice en la novela. "Hoy la gente se suicida poco. En su opinión muchos políticos deberían haberse quitado la vida para no marcar la vida de sus familias, porque en su opinión lo peor no era la cárcel".

Hoy veo una especie de impudor en todo. Antes había más educación

P: Como dice Manolo Lindo en el libro, es excepcional ser honesto en un país podrido por la corrupción.

R: Para él era el mal de España, y por lo que hemos visto, no se equivocaba tanto. Para él era una vergüenza social... Y yo lo que veo hoy es una especie de impudor en todo, y eso lo sufre especialmente la gente mayor que se asusta de lo que pasa. Ha vivido en un país donde había una formalidad entre lo público y lo privado. Se estaba más pendiente del otro. Había más educación, no se ofendía. Creo que el debate social ahora va por otro lado.

P: ¿Es verdad que sientes piedad cuando ves a un corrupto sentado en el banquillo?

Es algo heredado de mi padre. Sentir piedad por alguien que está en un momento vulnerable. Cuando una persona está ya en la cárcel, sentado en el banquillo me pongo en su lugar y me da pena. Siento compasión, no lo puedo evitar. Veo hoy mucha burla hacia el débil.

Le quitaría Twitter a todos los políticos

P: ¿Cree que se vulnera la libertad de expresión en España?

R: Tenemos evidentes problemas con la libertad de expresión. Alguien por hacer un chiste o por blasfemar lo llevan a los tribunales, cosa que es completamente ilógica. Los primeros que tienen cortarse a la hora de hablar, a la hora de expresarse, debería ser la clase política, por respeto a los ciudadanos. Otra cosa es lo que haga un cómico, un actor o un escritor en un libro. Son los políticos los que deben decir las cosas de otra manera. A mí se ha dirigido un político desde Twitter para faltarme al respeto, y lo veo inaceptable. Para empezar les quitaría el Twitter a todos.

P: Una medida un poco drástica, ¿no?

R: Es poco de fiar un representante público que a las 11 de la noche está tuiteando, reaccionando. ¿No tiene otra cosa que hacer? Leer un libro, dedicarse a la familia, a sus amigos... Mientras admitamos esto, admitimos muy poca categoría en la clase que nos representa.

Estamos inmersos en una especie de distopía

P: ¿Le volvió a llamar esta vez Pedro Sánchez para ofrecerle el Ministerio de Cultura?

R: No....(se ríe). En aquel momento le agradecí que depositara su confianza en mí, que pensara que podía hacer un servicio público, pero le devolví la llamada muy pronto.

P: ¿Pero se lo pensó?

R: Me pude envanecer media hora y pensé en el caramelo del poder, pero tuve mucho sentido de la realidad y enseguida supe quién era yo y soy una persona a la que le gusta manejar su vida. Realmente no hubiera podido publicar este libro, no hubiera podido estar contigo ahora, no hubiera podido llevar la vida que me gusta y que me ha costado conseguir.

P: ¿Qué le quita el sueño a Elvira Lindo?

R: Pienso mucho en que el futuro era algo que antes estaba muy lejos y, de repente, se nos ha acercado y nos está enfrentando a desafíos que pensábamos se iban a producir dentro de un siglo. Esto que está ocurriendo con esta infección nos está haciendo vivir de pronto en una especie de distopía. La gente se tiene que quedar en casa, anular viajes, no nos abrazamos, no nos besamos... De verdad, ¡somos seres humanos!

Muy pronto Manolito Gafotas volverá a la televisión, en una serie que prepara una productora norteamericana que dice no alterará ni dulcificará su personaje. O eso le han prometido. Tiene una última petición sobre su amado Madrid. “Para que una ciudad exista, hay que permitir a la gente joven que viva en ella, y con el precio de los alquileres es imposible”.