Con suma delicadeza Colette lleva más de un siglo acariciando las teclas. Tenía sólo cuatro años cuando descubrió su vocación y desde entonces nunca ha renunciado al piano, su eterno acompañante, también durante el confinamiento. Ahora presenta su sexto disco en una vida dedicada a la música.
La centenaria cuenta cómo descubrió su amor por el piano, porque desde que era un bebé escuchaba tocar a sus vecinos del piso de arriba y con muy poca edad comenzó a reproducir las melodías. Fue la falta de cariño en su estricta familia lo que la llevó a refugiarse en la música y ahí fue arropada por la sensibilidad de compositores como Chopin y Schumann.
Y así, poco a poco estudiando y echando horas Colette se convirtió en una virtuosa del piano y en su razón de vivir, esa vida larga e incansable de 106 años, porque la música la alimentó el alma y el corazón, asegura siempre que le preguntan.
Rodeada de sus recuerdos, en su piso de París, graba ahora su sexto disco. Ni dos guerras mundiales, ni ahora la pandemia han podido con el entusiasmo de esta centenaria pianista. Para Colette, la llave está en mirar la vida sin parar, porque es preciosa.