De los 10 a los 50 años: todas las crisis de edad por las que pasarás, explicadas

yasss.es 09/10/2018 11:28

La primera crisis de edad que recuerdo yo, el que escribe estas líneas, Ramón, fue a los 10 años. Durante toda mi infancia los niños que tenían diez años –los que, en mis tiempos, estaban en quinto de EGB– eran los mayores, los que te podían canear si querían y los que empezaban ya a interesarse por comentar las bondades fisicas del sexo contrario. Cuando los cumplí me pregunté si había llegado el momento, si ya no sería nunca más esa personita informe interesada únicamente en el Super Mario y los Lego y si podría empezar a relacionarme de un modo más natural con el resto de seres humanos.

Si podría, vaya, empezar a encontrar atractivo a alguien que no fuese el actor que interpretaba a McGyver, si era el momento de empezar a elegir mi propia ropa. Y no olvidemos que el paso de los 9 a los 10 años es el único momento de la vida de casi cualquier ser humano en que añadirá un dígito a su edad (cumplir 100 es para unos privilegiados).

Al final no: no dejé de ser un mocoso, no aprendí a socializar, no me llevé bien con el cortejo ni aprendí a elegir mi propia ropa a los diez años (todos esos cambios llegarían más tarde, más o menos a los 29). Pero sí me cercioré de que hay ciertas edades, ciertos momentos, en los que nos vamos a ver superados por un cifra y aplastados por el peso del tiempo. Para ser un gilipollas que todavía chillaba si lo dejaban solo en casa, no fue una mala lección.

Ahora ya en serio: los 15. Eso sí que es un asco

En la adolescencia el dibujo temporal queda enturbiado por las hormonas y por olor del sudor del chico/a que te gusta en clase, así que la crisis bien podría ser a los 13, a los 15 o a los 16. Lo que está claro es que durante los años de adolescencencia uno vive una continua transfiguración que lo deja noqueado: o su cuerpo empieza a ser el del un adulto mientras él todavía está pensando en lo bocadillos de Nocilla o bien su cuerpo es todavía el de un tirillas mientras dentro ha crecido una especie de vikingo que solo quiere beberse ríos de cerveza y follarse a todas las muchachas del pueblo. En todo caso, este conflicto siempre se arregla con el distanciamiento de los adultos que uno conoce (tu madre ya no es tu madre, es esa señora pesada que no entiende nada) y la única solución es esperar. Pero un día uno se levanta, la crisis de los 15 ha pasado y puede sonreír tranquilo.

No, es broma, no puede, ha llegado a la de los 25. Todo será peor.

No fue hasta hace poco cuando se descubrió que el cerebro no deja de crecer y madurar hasta los 25. Según este artículo de la BBC en el que se recogen declaraciones de la psicóloga Laverne Antrobus, avances del estudio del cerebro revelados en la última década han demostrado que la corteza prefrontal, región cerebral involucrada en la expresión de la personalidad y los procesos de toma de decisiones, no se desarrolla del todo hasta pasados los 25, a veces incluso los 30. Por si la vida no fuera lo suficientemente complicada a los 25 (uno ha acabado su carrera, con suerte ha empezado su primer trabajo serio y está pensando que debería sentar la cabeza con una relación estable), resulta que por muchas vueltas que le des tampoco servirá de mucho porque tu cabeza no tiene aún la madurez suficiente como para estudiar causas y consecuencias.

Para hablar claro: que no te esfuerces, que todavía eres un poco gilipollas

Pero todo será peor a los 30. A los 30 hay una crisis de edad muy marcada. Los locos 20 y todas las locuras que hacías por el pochísimo estado de tu corteza prefrontal (que ahora ya se ha desarrollado del todo, así que olvídate de ponerlo como excusa cuando te pillen fumando marihuana dentro de una bañera vacía) han quedado atrás y estás pensando en sentar cabeza. Además, no puedes dejar de pensar en que tus padres ya tenían una vida estable a tu edad, incluso –esto es lo más fuerte– de que tú ya existías en su vida a esa edad.

Y mírate tú: tu único cambio ha sido dejar de pillarte cogorzas de cerveza por las calles para beber vino tinto solo en casa como un ermitaño. Según varios psicólogos, a esta edad aumentan los sentimientos de nostalgia (tu infancia empieza a quedar lo suficientemente lejos como para empezar a verla en tonos sepia y dejar de sentirla como algo que sucedió antes de ayer) y las crisis de parejas que se establecieron en la veintena pueden llegar porque el ciclo natural de la paz marital (unos siete años) ha terminado. No hablemos de si eres una mujer y piensas en la descendencia. No abramos ese melón.

30, la frontera del bien y del mal

Curiosamente, para muchos la frontera de cómo será su vida con 30 es algo que tienen muy claro cuando son jóvenes, pero luego se borra en la veintena y vuelve después para sorprenderlos. Le ocurrió a José, webmaster de 33 años residente en Madrid. “La idea que tenía de los 30 cuando tenía unos 12 años y era un mariquita que vivía en un pueblo se asemeja mucho más a lo que soy ahora que la idea que tenía de los 30 cuando rondaba los veintipoco y la excitante incertidumbre acerca del futuro era parte del día a día”, me cuenta. “Creo que no volvería atrás aunque pudiera. Fantaseo, como todo el mundo, con la idea de volver al pasado con la experiencia que tengo ahora, pero tras analizarlo a fondo me doy cuenta de lo horrible y deprimente que sería realizarla”.

De los 35 nos habla Eduardo, periodista vasco que reside en Madrid. “No me imaginaba mi vida a los 35 como es ahora. Supongo que cuando eres más joven piensas que todo va a ser como la vida de tus padres o que vas a formar una familia, tener un trabajo fijo y comprarte una casa. Luego te das cuenta de que no son cosas imprescindibles. Incluso de que son un aburrimiento. Soy mucho más feliz que con 20 años. Tengo independencia de muchos tipos y más adulto”. Una cosa diré sobre los 35: se supone que esa es la edad perfecta para dejar de fumar (los pulmones se pueden llegar a regenerar del todo) y tu última esperanza para empezar en el gimnasio y ver resultados notables y satisfactorios (los músculos no son los mismos a partir de ahí).

Sobre la crisis de los 40 hay tanto escrito que ese concepto tiene incluso entrada en Wikipedia y unos dos milones de películas rodadas y libros publicados al respecto. Lo que es menos conocido es que ese problema nació con la vida moderna, en la segunda mitad del siglo XX (antes, probablemente, la gente estaba muy preocupada por no morir enferma o en guerras como para ponerse a pensar en conceptos tan pijos como una crisis de ansiedad). En un artículo de The Atlantic https://www.theatlantic.com/family/archive/2018/05/the-invention-of-the-midlife-crisis/561203/ hasta le pusieron fecha y lugar: la crisis de mediana edad nació en Londres en 1957. Un señor canadiense llamado Elliott Jaques presentó un informe sobre ella en una reunión de la Sociedad psicoanalítica biritánica. Atención a lo que dijo este señor de lo que ocurría a la gente entre los 40 y los 50 años:

1. Cuestionamiento de sus creencias religiosas

2. Exploración de su promiscuidad

3. Una repentina incapacidad para disfrutar verdaderamente de la vida

4. Una preocupación casi hipocondríaca por la apariencia personal y la salud

5. Intentos compulsivos por permanecer joven

Hostias. Básicamente, amigos, todo esto quiere decir que entre los 40 y 50 años mucha gente empieza a pensar en la –voy a decirlo, lo siento– muerte. En 1971, años después de que Jaques hablase en Londres, The New York Times publicó un artículo hablando casi por primera vez de la andropausia. “Me deprimo más y más”, declaraba en él un hombre de 40 años que tenía una exitosa carera en el mundo empresarial. “Creo que he llegado lo más lejos que puedo llegar y nada va mal en mi vida, pero no puedo apartar de mí este sentimiento que me hace preguntarme: ‘Vale, ¿y ahora qué?”.

Bien, The Guardian vino al rescate este mismo verano y publicó un artículo llamado: “La crisis de mediana edad es un mito: por qué la vida mejora tras los 50”. Hay que decir que tener entre 40 y 50 años en 2018 no es lo mismo que tenerlos en 1971: la ciencia ha avanzado para que te sientas más joven y si un hombre de 40 años que lleve un chandal Adidas antes era considerado un vagabundo o un violador en potencia, ahora es visto como un transgresor ‘connosieur’ de las tendencias.

¿Es todo esto cierto? "No me ha dado ningún miedo cumplir cuarenta”, cuenta Eulalia, funcionaria de 40 años recién cumplidos. "Simplemente pensé: ‘¿Ya?’. Lo único que sentí es cierto vértigo por lo rápido que pasa el tiempo. Yo veía a las mujeres de cuarenta como señoras y yo me percibo como una jovencita a la que no identifico, ni de lejos, con la imagen que yo tenía de una señora de cuarenta. Me imaginaba casada y con hijos y no tengo ni lo uno ni lo otro. He aprendido que hay que planificar poco y que tal vez lo que no habías planeado es aún mejor”. Lupita, ilustradora que vive en Madrid, habla desde otra frontera: la de los 45 (que serán en nada 46). “No sentí nada al cumplir 45. La verdad es que llevo siglos sin sentir nada de eso si es que alguna vez lo sentí. Imagino que llega un momento en que dices: ‘¡Coño!’. Pero no me ha llegado todavía”.

Entonces, ¿cuál es la mejor y la peor edad de la vida? A alguien se le ocurrió preguntarlo en Quora, la plataforma online que permite a sus usuarios hacer preguntas, responderlas y elegir la respuesta más satisfactoria. La respuesta que más gustó es una llena de poesía de un tal James Marx, “estudiante del comportamiento humano”. “Por mi experiencia”, escribió Marx, “los mejores años siempre están directamente precedidos por los peores. Hay una línea borrosa que divide ambas”. ¿Será posible que tras un golpe del destino, una pérdida o un desamor la fortaleza nos haga mucho más fuertes, adultos y felices y las crisis de edad sean meros trámites que en el fondo, como hemos aprendido con nuestros entrevistados, no existen? Dos psicólogos de Carolina del Norte entrevistaron en los años ochenta a 600 personas que habían vivido eventos traumáticos y contaron a la revista Time que la mayoría de ellos afirmaba ser más felices que antes.

La presentadora Oprah Winfrey lo resumió de forma muy inteligente. Dijo: “Serás feliz cuando aceptes que el pasado no podría haber sido de otra manera”. Claro que ella es la mujer más rica del mundo. Me pregunto si servirá para el resto.