Adolfo Ramírez Morales: “Hay oportunidades para todo el que tenga una actitud positiva”

  • Adolfo Ramírez, exdirector general del Santander, hoy asesor en transformación digital, lleva ocho ediciones de su libro ‘Digitalízate o desaparece’

  • Cree que la tecnología y la inteligencia artificial sustituirán empleos pero traerán oportunidades para los profesionales que afronten los cambios con una actitud positiva

  • A sus 63 años, lanza su propio proyecto personal: Vida Silver, una plataforma para mayores de 50 años

Posiblemente es uno de los directivos que mejor conozca la realidad del tejido empresarial de nuestro país. Adolfo Ramírez Morales se ha dedicado durante más de tres décadas a trabajar, primero en Banesto y después en el Grupo Santander, junto a miles de pymes de todos los rincones de la geografía nacional. Conoce bien sus tripas financieras, sus necesidades, sus retos, sus dificultades, los pormenores de sus negocios y la personalidad de sus directivos.

Aficionado al rock y a los viajes, en sus últimos años en el Santander fue director general adjunto responsable de tecnología y operaciones; y miembro del comité de dirección. Ahora, a sus 63 años, sigue trabajando por vocación; y emprendiendo su propio proyecto personal junto a un socio institucional, Ifema-Feria de Madrid, al que ayuda a reinventar su negocio en estos tiempos de pandemia que tan difícil se lo están poniendo al sector de ferias y congresos. Y es que este madrileño, casado y con dos hijos, se ha convertido en un experto asesor en transformación digital; aunque, humilde, asegura que no le va nada la palabra gurú y que le gusta siempre afrontar sus actividades con “mentalidad de principiante”.

Desde que abandonó la primera entidad financiera de nuestro país hace tres años, no para. Se dedica a todo tipo de actividades en las que vuelca la experiencia acumulada durante tantos años. En su primer libro, Digitalízate o desaparece: Claves para transformarse y competir en la nueva era (editorial Planeta), aporta su visión a las empresas para adaptar sus negocios en esta economía digital que ha llegado para quedarse; una obra que está a punto de llegar ya a la novena edición, todo un éxito en la literatura del management en nuestro país; su reto, confiesa, alcanzar la décima edición. Imparte clases en la escuela de negocios del Instituto de Empresa; y en el centro especializado en economía digital The Valley Digital Business School; así como en Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones (ICEA), que es el servicio de estadísticas y estudios del sector seguros en España; y en los programas de dirección general (PDG) y alta dirección de empresas (PADE) de la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI).

Además, dirige diversos programas en el think tank Vodafone Innova; en la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD); y en el Club de Excelencia en Gestión. Y le queda tiempo para colaborar en las ONG Ashoka y Hogar Sí.

Ahora cobra vida su última iniciativa, Vida Silver, una plataforma en la que ayuda a Ifema-Feria de Madrid a reinventar sus eventos introduciendo una componente digital en los mismos; y en la que al tiempo pretenden desarrollar la denominada silver economy (la basada en los mayores), con propuestas y servicios dirigidos a las personas de más de 50 años de edad.

El título de su libro es contundente, ‘Digitalízate o desaparece’… ¿la robótica, la tecnología y la inteligencia artificial suponen un peligro para muchos trabajadores y pequeñas empresas?

Yo soy muy optimista porque van a surgir muchas nuevas oportunidades de negocio, aunque a nivel de empleo hay que gestionar muy bien este proceso. Lo que implica educar y preparar muy bien para ese futuro desde la escuela, no para algo que ya no sirve. Creo que es el gran reto, pero no veo que se estén dando esos pasos.

Y las empresas, ¿qué deben hacer para no desaparecer?

Por muy buenas que sean el algo ya no van a poder ser las mejores en todo, por lo que deben desarrollar ecosistemas en los que colaboren con otros. Ya no pueden ser el mejor en toda la cadena de valor y los clientes tienen necesidades complementarias a su actividad principal, y se las piden, pero hasta ahora no son capaces de ofrecerlas.

Un ejemplo, en el sector automovilístico, si una compañía se dedica sólo a fabricar coches, lo pasará mal; tendrán que ir a un concepto más amplio, de movilidad, desarrollando soluciones y servicios a través de apps (aplicaciones móviles), por ejemplo. Pero como en eso no pueden ser los mejores, tendrán que estar en ecosistemas colaborando con otras firmas que les ayuden en esos desarrollos. Ahí tenemos también el ejemplo de Amazon, en cuyo negocio lo más importante no es el producto, sino el servicio.

Volviendo a las personas… a las nuevas generaciones se las puede educar desde la escuela, pero ¿qué sucede con los profesionales que en activo que tienen que afrontar estos cambios?

Es una cuestión de actitud, tanto de las empresas que les emplean como de los trabajadores. Los cambios, si de verdad quieren hacerse, se consiguen. Y el cambio está aquí ya, delante de nosotros; hay que abordar los retos que supone y se trata de un reto compartido. Los empresarios no pueden esperar que los afronten los empleados si no se les facilita; ni los profesionales pueden pretender que sea la empresa quien les haga cambiar si ellos no ponen de su parte. Siempre hay resistencias al cambio, pero no es un problema tecnológico, sino de actitud.

Y si una de las dos partes no está en esa línea, ¿qué debe hacer la otra parte?

Yo les diría a los profesionales que si ellos quieren de verdad afrontar este reto y cambiar, pero su empresa no lo facilita, cambien de compañía. Y a los empresarios que quieren transformarse y un empleado se resiste a hacerlo, les recomiendo que prescindan de él. Las empresas deben poner el foco en el talento, independientemente de la edad, de la generación o del sexo. Insisto, lo que importa es la actitud.

¿Qué pueden hacer los profesionales para no quedarse descolgados en una era digital para la que no les prepararon?

Si alguien se queda sin empleo porque desaparece su función al ser reemplazada por la tecnología, ha de buscar una nueva actividad que tenga futuro en términos de empleo, en la que vayan a surgir oportunidades de trabajo.

Todos vamos a tener que desaprender mucho y volver a aprender; vamos a estar toda la vida actualizándonos y formándonos, aprendiendo cosas nuevas. Porque todas las labores que se puedan automatizar se van a automatizar. De hecho, la robotización podría ir mucho más rápida tecnológicamente hablando pero se ralentiza porque hay que adaptarse a todos los cambios que implica.

No obstante, habrá muchos profesionales que no lleguen a perder su empleo, porque los fundamentos de su profesión los tienen y van a seguir siendo necesarios. Sobre todo, se trata de querer adaptarse. Para todo trabajador que tenga una actitud positiva hay y va a seguir habiendo muchas oportunidades.