Fernando Lallana, experto en liderazgo: "Hay que formar a los CEOs para usar bien WhatsApp"
El consultor y docente denuncia una preocupante carencia de habilidades comunicativas en los equipos directivos y propone recuperar el valor de la palabra en las organizaciones
No se trata solo de escribir correos sin faltas: muchos CEOs entran en pánico ante una evaluación de desempeño porque no saben cómo comunicarla
Xavi Cañellas, experto en psiconeuroinmunología: “Nos han contado milongas sobre la felicidad"
¿Se puede liderar un proyecto, una empresa o incluso un país sin saber comunicar? Para Fernando Lallana, la respuesta es un no rotundo. Consultor y docente, Lallana defiende una tesis que, cuanto menos, da que pensar: en muchas empresas de hoy, el problema no está en la estrategia ni en el producto, sino en la incapacidad de sus líderes para decir las cosas de forma clara, directa y humana. A día de hoy, “son tan importantes las cuentas como los cuentos”.
"No hay buena comunicación en las empresas. Y eso empieza por lo más básico: mandar un mensaje de WhatsApp sin generar un incendio. Literalmente propongo que se forme a los equipos directivos y a los CEOs en el uso del WhatsApp y del correo electrónico, hay que enseñarles", afirma.
No es baladí. Para Lallana, esta falta de destrezas comunicativas tiene consecuencias muy concretas. "Muchos CEOs no saben gestionar una evaluación de desempeño, entrar en una reunión cara a cara, decir a alguien lo que está haciendo bien, lo que está haciendo mal, cómo podría mejorar... Se huye de esas conversaciones porque no se sabe tenerlas".
Y no se trata solo de habilidades sociales. Es una cuestión de liderazgo real. "Liderar no es mandar correos. Liderar es persuadir, acompañar a otros donde no saben ir solos. Y eso, sin comunicación, es imposible", sostiene.
Un liderazgo sin relato
En su última obra, ‘Liderazgo sin sombras, Platón para enamorar al talento’ (Plataforma Editorial), Lallana introduce el pensamiento de Platón para iluminar la oscuridad de muchas organizaciones modernas. La alegoría de la caverna se convierte en una metáfora perfecta para describir empresas que funcionan en modo automático, sin cuestionarse sus propias lógicas.
De hecho, haciendo un ejercicio de imaginación y sentando a Platón en una sala de juntas, Lallana tiene muy claro cuál sería su reacción: “Yo creo que Platón trataría de encender la luz. Le vendría a la mente la alegoría de la caverna. Las empresas actualmente viven en un momento donde se está poniendo en cuestión hasta el propio paradigma del concepto de empresa. Vería más sombras que luces. El título del libro tiene que ver con eso: tratar de aportar algo de luz, no soluciones, pero sí una mirada filosófica”.
Pero el propio Fernando pone el foco en algo muy concreto, en una carencia esencial que afecta a muchísimas compañías: "Hoy falta relato. Las empresas necesitan una historia que inspire, que emocione. Yo siempre digo que una empresa es una ecuación entre cuentas y cuentos. Las cuentas aseguran la supervivencia. Pero sin cuentos, sin relato, la gente no se queda", asevera Fernando.
Las cuentas aseguran la supervivencia. Pero sin cuentos, sin relato, la gente no se queda
Este enfoque conecta directamente con uno de los grandes desafíos actuales: la retención del talento, algo que este experto en liderazgo considera hoy incluso más difícil que su detección o su captación.
Para Lallana, ya no basta con evitar que la gente se marche. Hay que enamorarla para que deseen quedarse en tu organización. No basta con que permanezcan, tienen que desearlo. "El concepto de retención se ha quedado corto. Se trata de que las personas se enganchen emocionalmente a un proyecto, que no se quieran ir", observa para detectar además algo que resulta sorprendente pero que está sucediendo y no tiene vuelta atrás.
“En las empresas ya no se busca conocimiento, sino capacidades: comunicación, liderazgo, trabajo en equipo, capacidad de adaptación. Lo que los CEOs de hoy en día buscan para incorporar en sus empresas no se enseña en la universidad”, zanja.
Lo que los CEOs de hoy en día buscan para incorporar en sus empresas no se enseña en la universidad
Nuevas generaciones, nuevos códigos
Lallana observa de cerca el choque entre generaciones que conviven en el entorno laboral. "Las nuevas generaciones tienen una educación, una ética, unos valores diferentes. No toleran lo que antes se daba por hecho. Y eso es bueno, pero también supone un reto para los líderes", explica.
"Hoy los profesionales tienen menos miedo al despido. Y las empresas, en cambio, tienen miedo a que se les vaya alguien en quien han invertido años de formación. Ha cambiado la relación de poder. Las nuevas generaciones están más educadas en derechos que en obligaciones. No lo digo en sentido peyorativo, simplemente es así. No toleran determinados tratos, ni esquemas abusivos que antes se asumían como parte del camino. Ahora cuesta mucho combinar la disciplina empresarial con la mentalidad actual".
Hoy los profesionales tienen menos miedo al despido. Y las empresas, en cambio, tienen miedo a que se les vaya alguien en quien han invertido años de formación
Esa transformación también se nota en la idea del éxito profesional. "Yo he tenido que convencer a ingenieros para aceptar promociones. Antes, una propuesta así era una recompensa y el problema era explicar a los que no promocionabas por qué unos sí y otros no. Hoy, algunos la ven como un marrón".
El líder, ese gran desconocido
En su diagnóstico, Lallana advierte de un problema mayor: muchos directivos no son conscientes de sus propias carencias. "No hay autocrítica. Puede que sientan que algo falla, pero no tienen herramientas ni saben por dónde empezar", asegura.
Aquí entra en juego su trabajo como consultor. "Un buen consultor es un Pepito Grillo. Alguien que te ayuda a ver lo que no ves porque estás metido en la vorágine. Y sí, normalmente lo agradecen, porque intuyen que hay cosas por mejorar".
La comunicación vuelve a aparecer como epicentro de muchas disfunciones. "Vivimos en un mundo donde hay que medir cada palabra. Lo políticamente correcto, si bien ha servido para evitar abusos, también ha hecho que perdamos la franqueza, la naturalidad".
El futuro del liderazgo
¿Cómo debería ser un líder de aquí a 20 años? Para Lallana, hay dos claves: flexibilidad y profundidad. "Se ha caído en la idea de que todo liderazgo tiene que ser consensuado. Pero hay situaciones que requieren dirección firme y eso se está olvidando. Los líderes tienen que ser capaces de tomar el mando", explica.
Y además, disciplina. Pero no en el sentido rígido, sino como hábito. "Creo que se han perdido los hábitos. Y los hábitos construyen el carácter. El cuidado por el detalle es fundamental. No se fracasa por grandes errores, sino por pequeñas cosas que se descuidan", analiza.
