El escándalo que acabó con el gestor de los Benetton
Giovanni Castellucci, implicado en un escándalo por la seguridad de las infraestructuras
La semana pasada se puso fin a una relación que se ha prolongado durante los últimos 18 años. Ese ha sido el tiempo que Giovanni Castellucci ha pasado como principal gestor de la familia Benetton, dueña de uno de los mayores imperios económicos en Italia. El consejo de administración de Atlantia, el gigante de las infraestructuras controlado por los Benetton, le obligó a dimitir tras un escándalo que agrava la mala reputación que se ganó la compañía tras el colapso del puente de Génova en agosto de 2018.
Hace unos días, la fiscalía de esta ciudad apreció que nueve dirigentes de filiales dependientes de Atlantia habían falsificado informes de seguridad sobre el estado de dos puentes en Italia. Tres de los responsables quedaron bajo arresto domiciliario. Ambos casos siguen su curso en los tribunales, aunque Luciano Benetton, el mayor de los hermanos que pilotan la sociedad, ya había advertido del “shock” que ha supuesto el escándalo.
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Las pesquisas salen a la luz en el marco de la investigación de esta misma fiscalía por el derrumbe en agosto de 2018 del puente de Génova, en el que perdieron la vida 43 personas. Como gestora de las autopistas italianas, Atlantia y Castellucci, su ex consejero delegado, están siendo investigados también por este asunto. El informe encargado a los técnicos que supervisan el proceso aseguraba que el puente de Génova estaba en un estado de “corrosión”, provocado por la “la falta de intervenciones y mantenimiento”.
El puente de Génova y el control de las autopistas
Las acciones de Atlantia se han desplomado a mínimos desde febrero. La agencia de calificación Standard & Poor's ha rebajado su nota de aprobado (BBB) a aprobado bajo (BBB-), solo un escalón por encima del bono basura. Sin embargo, el principal temor de la compañía es que las últimas investigaciones puedan provocar la pérdida de la concesión de las autopistas italianas.
El Movimiento 5 Estrellas (M5E), al mando del Ministerio de Infraestructuras, culpó desde el primer momento a Atlantia de la tragedia de Génova. Necesitaban mitigar sus responsabilidades y qué mejor que apuntar a una empresa controlada por la familia Benetton, con la que nunca han tenido buenas relaciones. El M5E lleva amenazando desde entonces con renacionalizar las autopistas. Aunque el coste que tendría para el Estado haría inviable la operación y tampoco se vislumbra otro socio tan potente para hacerse cargo.
En cualquier caso, Atlantia pasa por un momento delicado y Castellucci ha sido apartado para tratar de pasar página. El finiquito que se lleva asciende a 13 millones de euros, aunque la compañía se reserva a no pagar, en parte o en su totalidad, si se confirman medidas penales contra él.
Un gestor de prestigio
Castellucci comenzó a controlar las carreteras italianas en 2001. Primero en Autostrade, la compañía que pasó a manejar las autopistas una vez que Italia las nacionalizó, y después como dirigente de Atlantia. La compañía absorbió Autostrade y más tarde se hizo con la gestión de los aeropuertos italianos y se hizo con un 26% del túnel que une el Canal de la Mancha. Atlantia, a su vez está controlada en un 30% por la familia Benetton, a través de su holding Edizione.
Con su entrada en las infraestructuras, los Benetton pasaron del sector textil a convertirse en un actor financiero global. La compañía, que empezó vendiendo jerséis en los sesenta en la ciudad de Treviso, siempre estuvo manejada por el clan familiar. Pero si querían competir en un mercado global necesitaban un dirigente con experiencia. Y ese fue Castellucci, que venía de ser consejero delegado en Barilla, uno de los mayores grupos alimenticios italianos.
La compra de Abertis
Aunque la mayor obra de ingeniería financiera se produjo en 2018. Un año antes, Atlantia intentó comprar Abertis, pero se encontró con las reticencias de España a ceder a una compañía extranjera el control en sectores estratégicos como las autopistas y las telecomunicaciones. El asunto encalló, hasta que Castellucci se reunió con Florentino Pérez y ambos acordaron una adquisición que le otorgaría el 51% de Abertis a la italiana y un 49% para ACS, a través de su filial alemana Hochtief.
Tras esta operación, Atlantia se convirtió en la mayor concesionaria de autopistas a nivel mundial. Si bien la compra también ha llevado a la compañía a acumular una deuda de 38.000 millones de euros. La italiana y la española todavía discuten cómo repartirse las inversiones de Abertis en América Latina y la salida de Castelluci podría complicar las cosas, ya que Florentino Pérez pierde a su socio de referencia en Italia.
La muerte el año pasado de Gilberto Benetton, el fundador del grupo y el más emprendedor de los cuatro hermanos que dirigían el imperio, también ha provocado que la familia tenga que replantearse toda su estrategia. Por el momento, el puesto de Castellucci lo ocupará Fabio Cerchiai, otro empresario cercano a los Benetton.
Otros retos
La inestabilidad que rodea a Atlantia puede salpicar además a Alitalia, en quiebra técnica desde hace años. Antes del verano, la empresa controlada por los Benetton se comprometió a apoyar un plan de rescate para la aerolínea. Atlantia debería hacerse con el 35% de la compañía aérea, pero un paso atrás de la nueva dirección haría descabalgar toda la operación. En ella también están involucrados el grupo estadounidense Delta y el Estado italiano, a través del Ministerio de Economía y la empresa pública Ferrovie dello Stato.
El Partido Democrático defiende que Atlantia mantenga la concesión de las autopistas italianas, aunque sus socios de Gobierno del Movimiento 5 Estrellas siguen apostando por revocar la licencia. Sin embargo, el rescate de Alitalia deja al M5E con las manos atadas. Un enfrentamiento directo con Atlantia podría provocar que abandone su empeño por rescatar a la aerolínea, lo que pondría en peligro miles de empleos y supondría un golpe demasiado duro para el Ejecutivo.