Pirocúmulo sobre La Palma: cómo podría generar rayos la nube volcánica

La reciente erupción del volcán de La Palma tiene en vilo a España. ¿Durará días, semanas, meses? Es una pregunta que los expertos no pueden responder frente a la incertidumbre que suponen siempre estos eventos geológicos. Lo que sí parece claro es que la columna de humo y lava va a dar lugar esta semana a su propio clima, a medida que forme lo que se conocen como pirocúmulos. ¿Cómo pueden generar rayos estas nubes?

A raíz del devastador incendio de Sierra Bermeja, en Málaga, hubo término muy repetido que muchos descubrieron por primera vez: pirocúmulo. Son esas nubes inmensas y pomposas que alimentan los incontrolables incendios de sexta generación… Pero no solo están asociadas a los incendios.

¿Cómo se forman los pirocúmulos?

Para que se formen estas nubes, que son un tipo de cúmulos con su origen en un incendio o una erupción volcánica, es necesario que se produzca mucha convección, es decir, una poderosa corriente ascendente de aire.

Si nos ponemos técnicos, en el atlas de nubes de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) esta nube se recoge desde el año 2017 como flammagenitus, que significa "originada por las llamas".

“Cuando se observa claramente que una nube se ha originado a causa de una fuente de calor natural localizada, como incendios forestales, incendios silvestres o actividad volcánica, y esta nube está formada, al menos en parte, por gotas de agua”, entonces hablamos de una nube flammagenitus, o lo que es lo mismo, un pirocúmulo.

Las erupciones volcánicas pueden generar su propio clima

La precipitación y los rayos pueden ocurrir con este tipo de nubes, lo cual suele complicar la situación cuando se forman a partir de incendios. Aceleran el viento y esparcen brasas ardientes, lo cual puede dificultar la extinción del fuego o encender nuevos focos.

Los rayos se producen por el choque de fragmentos de rocas, cenizas y partículas en la columna de humo de la erupción, que genera electricidad estática. Además lo alimenta la presencia de un gas, el radón, que liberan los volcanes durante una erupción.

La NASA compara estas nubes pirocúmulos con dragones que escupen fuego, dada su peligrosidad.