Hace apenas unas semanas nos encontrábamos ante un hecho que hacía más de 10 años que no se daba. Tanto Rusia como Bulgaria, Ucrania y Rumanía teñían todas sus montañas de naranja. La nieve que reposaba sobre estos paisajes montañosos era alcanzada por millones de partículas de polvo y arena que, desde el centro del Sáhara, viajaban por toda Europa.
Poco más tarde, estas densas masas procedentes del desierto africano se trasladaban a la propia península española, especialmente a las Islas Canarias, donde se dieron importantes concentraciones de partículas de polvo, impulsando una fuerte irrupción de calima en el archipiélago que ofreció un pequeño tinte anaranjado para los paisajes canarios.
Esta cercanía de la península con el continente africano también impulsó hace tan sólo unos días el riesgo por un fenómeno meteorológico poco frecuente, pero llamativo: las lluvias de sangre. Estas lluvias se producen como combinación del polvo sahariano y el flujo de lluvias. Algo que ha estado presente en la península española en los últimos días.
Pero ahora, el riesgo se desplaza. La cercanía también es un punto a tener en cuenta porque el siguiente objetivo del polvo del desierto africano del Sáhara es Italia. La Fontana de Trevi y el Coliseum podrían ser la siguiente estampa naranja.