Las borrascas y sus precipitaciones han acabado con muchas sequías, especialmente en Galicia donde han sido muy intensas durante tantos días. La alameda de la localidad orensana de Monterrei, por ejemplo, está totalmente inundada. Al igual que el río Támega que se ha visto desbordado por las lluvias. Además, el Tambre es otro de los seis ríos gallegos que están en alerta por peligro de desbordamiento.
Desde el martes pasado su nivel de agua ha crecido 65 centímetros: "llevamos ya casi 15 días lloviendo de una forma continua y fuerte", explicaba un vecino de la zona. El paso, primero de Félix y después de Gisele, ha dejado los ríos a rebosar. No hay más que ver con qué fuerza baja el agua en la garganta de Candeleda, en Ávila, o en Madrigal de la Vera en Cáceres.
Agua que era muy esperada y necesaria pero que ahora acarrea un grave problema para los agricultores: "adiós a la sequía, pero que pare ya de llover", expresaba otra vecina. Los agricultores están viendo cómo pierden sus cosechas porque los campos están anegados: "pasamos de la sequía extrema a la hecatombe de inundaciones y desbordamientos", se lamentaba un trabajador. Por ejemplo, en Ginzo de Limia, en Galicia, se ha inundado el 80 por ciento del cereal de invierno y estiman unas pérdidas superiores a los cinco millones de euros.