‘Summer Haters’: así es el nuevo movimiento (real) de odiadores del verano

Violeta S.Martín 11/07/2016 12:33

'Hater' es un término anglosajón que hace referencia a la persona que odia o, cuanto menos, aborrece. Una palabra muy usada en internet para denominar a esos usuarios que desprecian, difaman y critican a una persona, entidad o concepto por causas poco racionales. El origen de este comportamiento se remonta a la antigüedad. Filósofos, músicos y arquitectos que se ganaban la admiración pública también contaban con detractores que trataban de destruir su reputación. Ahora, el tiempo, y más concretamente el verano, se han convertido en el objetivo de una especie de nueva tribu urbana: los 'Summer Haters'.

Después de todo, no parece tan descabellado pensar que hay una fuerte conexión entre el estado de ánimo de las personas y la metereología. Así lo han demostrado un grupo de investigadores de la Universidad de Utrecht, en Holanda, en un estudio publicado en la revista 'Emotion'. En él afirman que existen tres grupos diferenciados en cuanto al clima: 'Summer Lovers' (amantes del verano), 'Summer Haters' (odiadores del verano) y 'Rain Haters' (odiadores de la lluvia). Una conclusión a la que llegaron a través de una serie de experimentos tras estudiar los cambios de humor de 400 adolescentes y sus madres en relación al tiempo.

Cómo es un 'Summer Hater'

Pero, ¿dónde está la línea entre la incomodidad típica y el 'hater'? La respuesta no es sencilla, pero sí tienen en común todos ellos una ansiedad y un malhumor directamente proporcional al termómetro. Los 'Summer Haters' prefieren los días cortos, las bajas temperaturas y coinciden en evitar las grandes aglomeraciones de gente. No te los encontrarás en las playas del Mediterráneo en pleno mes de agosto. Tampoco los verás en las terrazas de moda de las urbes. De mayo a septiembre se sentirán totalmente "miserables", como uno de ellos nos ha dicho literalmente, y vivirán enganchados al aire acondicionado. Si tienes uno en casa, sufrirás sus quejas día sí y día también.

"Es una forma muy inmmadura de existir", afirma el psicólogo humanista Wayne W. Dyer en su libro 'Tus zonas erróneas', quien explica que este comportamiento responde tiene que ver con la ira y con la pregunta interna que se hace cualquier 'hater'. Es decir, "¿por qué no eres más parecido a mí?". "La ira es inmovilizante y proviene del deseo de que el mundo y la gente sean diferentes a lo que realmente son", explica Dyer.

Aún se sabe poco de este grupo, pero el equipo de investigadores de la Universidad de Utretch que hemos mencionado con anterioridad ya está trabajando en el siguiente paso: averiguar si la relación entre la climatología y el estado de ánimo tiene alguna base genética. En su trabajo, los científicos vieron una estrecha relación entre las madres con predilección por la estación veraniega y sus hijos, que también mostraron cierta predisposición a la "felicidad estival". ¿El odio al verano será algo heredado? Lo que está claro es que esa estrecha relación causa-efecto entre el clima y los estados de ánimo existe. Otro estudio de la Universidad de Maryland, en EEUU, también lo corroboró en 1989.

'Summer Haters' en primera persona

·Xaime, madrileño de 30 años: "No odio lo que implica el verano en sí (vacaciones y más tiempo libre) pero sí del calor, la gente y los destinos típicos". También las playas del Mediterráneo porque "hay más gente que en la guerra y el agua no refresca sino que acalora más". Tampoco le vale el verano en la ciudad: "Básicamente, te mueres, con frío te pones más ropa y punto, pero con el calor llega un punto en el que no te puedes quitar más cosas", cuenta. Sus orígenes gallegos pueden tener mucho que ver en su caso, prefiere perderse allí, "te encuentras poca gente y además no tenemos ruta del Bacalao", añade. Su plan de verano perfecto: levantarse con la calma a las 12 del mediodía (también odia a la gente que madruga en verano), bajar a la playa un par de horas (donde no faltan cervezas fresquitas, pulpo, mejillones y navajas) y así dejarse llevar el resto del día.

· Jose, médico zaragozano, residente de cirugía del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. A sus 29 años se declara un acérrimo odiador del verano: "Odio el calor agobiante que hace en ciudades como Madrid y Zaragoza, no puedes hacer deporte en la calle sin sentir que desfalleces, si llevas pantalón corto te pegas a las sillas, llegan los odiosos mosquitos y moscas, no hay sitio para estar en la mayoría de los sitios de playa, los precios de los viajes se disparan de forma exagerada, el ruido de las terrazas no deja descansar y podría seguir", afirma. Si puede, se coge las vacaciones en septiembre y busca destinos lejanos y sin turistas. "Este año mi objetivo es ir a Mongolia", dice.

· Rubén, profesor de Ourense de 32 años: Como al resto, le gustan los sitios tranquilos, sin aglomeraciones. Odia la masificación, por eso su plan de verano ideal es perderse en "una casa rural en la montaña donde fluya un río y haya pozas cerca (termales o no). A poder ser en Galicia o un lugar lleno de vegetación". No quiere ni oír hablar de playa, y menos en temporada alta: "Cuando hay mucha gente, aparte de no saber lo que te puedes encontrar en el mar, la atención suele ser mucho peor, hay colas para pedir, menos limpieza...", añade. La ciudad en la que reside alcanza durante la máxima temperatura del país.