Pulso con Vox, portazo del PNV y un gesto a Puigdemont: Así arranca Feijóo su búsqueda de apoyos para ser presidente

  • El pasado martes, Felipe VI le designó como candidato a intentar la investidura, pese a que Sánchez contaba con más apoyos

  • El PP ha pasado en tres días de llamar golpistas a los líderes independentistas catalanes a buscar su apoyo a la investidura

  • La negativa a negociar del PNV le coloca en una posición imposible con 172 diputados

La semana arrancó el lunes con la incertidumbre y el pulso. Por un lado, el candidato y líder del PP Alberto Núñez Feijóo deshojaba la margarita de los pactos tras la primera batalla perdida por el control de la mesa del Congreso, en manos del PSOE. No le salían las cuentas. Los primeros movimientos le acercaban como mucho a los 172 diputados sumando el apoyo de Vox, Unión del Pueblo Navarro y Coalición Canaria. Faltan cuatro votos para que cualquier candidato sea investido presidente y Feijóo lo sabía. Y sobre todo, sus contrincantes también. 

Felipe VI abrió su agenda y comenzó entonces la ronda de consultas, de menor a mayor representación, como marca la costumbre. UPN y CC fueron los primeros en mostrar al monarca su decisión de apoyar una investidura de Feijóo. El voto de los navarros estaba claro. El de Coalición Canaria era menos direccional y exclusivo. Su única diputada en el Congreso, Cristina Valido, indicó su disposición de apoyar al PP, pero no se cerró tampoco a poner su voto sobre la mesa si el PSOE era finalmente quien intentaba conseguir la investidura. 

Fuera de la sala de negociaciones, las declaraciones de los distintos responsables políticos se sucedían, sabedores de que las urnas habían arrojado un equilibrio complejo de fuerzas sin antecedentes: el PP era el partido más votado, pero el PSOE era la formación con más apoyos dentro de la Cámara Baja tras sumar fuerzas con los partidos de izquierdas. Varios de ellos, con Bildu y Esquerra Republicana a la cabeza, se negaron además a acudir a las consultas convocadas por Felipe VI, en una muestra de rechazo a su figura. También lo hizo así Junts, el partido del expresidente catalán Carles Puigdemont, que ahora tiene también en su mano parte de la llave para investir a Sánchez o Feijóo presidente.

Con estos datos sobre la mesa, el PSOE comenzó a presionar, sabedor de que estaba en una posición de fuerza para presentar candidato a la presidencia y de que los plazos para no terminar en una nueva convocatoria electoral se consumen en seis meses. Sus portavoces mantuvieron entonces que un Gobierno de Pedro Sánchez era la única opción viable. Era eso, o volver a preguntar a los españoles. El mensaje, funcionaba tanto en clave interna para buscar apoyos y arrancar negociaciones, como en un contexto más amplio para lanzar a Felipe VI el mensaje directo: designar a Núñez Feijóo candidato podría hacer perder a Sánchez un tiempo imprescindible para formar Gobierno que provocaría un adelanto electoral. 

Primeras 24 horas

La mañana del lunes terminó además con la puerta que el PNV cerró en las narices de Núñez Feijóo, cuando el portavoz de la formación vasca en el Congreso explicó al rey que no apoyarían en ningún caso un Ejecutivo del PP que suponga un acuerdo de Gobierno con Vox. El agua y el aceite. Aitor Esteban apostó entonces públicamente por un adelanto electoral, reconoció que su partido podría abrir una negociación con el PSOE pero matizó que esos contactos todavía no se habían producido. Ese mismo día, la líder de Sumar Susana Díaz cerró las reuniones con Felipe VI y cumplió con el guión: apoyo de la treintena de sus cargos a la candidatura de Sánchez. 

El martes, la tensión entre PP y PSOE subió el tono de las declaraciones, sabedores sus portavoces de que ese mismo día, Felipe VI tenía que tomar una decisión concreta: nombrar al candidato de la lista más votada para intentar la investidura, o al que tiene más apoyos del resto de la cámara. Tradición frente a praxis. El cerrojo a Feijóo se cerró todavía más con la reunión entre el monarca y el líder de Vox, Santiago Abascal, que volvió a explicitar su apoyo al PP siempre que el partido de Feijóo no aplique con ellos un “cordón sanitario” que les deje fuera de las instituciones. Precisamente todo lo que no estaba dispuesto a asumir el PNV. 

Por la tarde, fue Pedro Sánchez quien se reunió con Felipe VI, le aseguró que tenía los apoyos necesarios para ser investido presidente y recordó, tanto en público como en privado, que no encontraba sentido a que Feijóo se sometiera a una investidura fallida. Algo que el presidente en funciones definió entonces como “un trámite de exhibición”. Después, Feijóo hizo lo propio y mantuvo que tenía posibilidades de ser investido presidente, a la espera de la decisión oficial, que llegó cuando Felipe VI llamó a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, para confirmar que el proceso seguiría el orden tradicionalmente establecido, y sería el candidato del PP como el líder de la lista más votada, el que fuera designado para intentar la investidura. 

El debate de investidura

Llegó entonces un nuevo pulso, esta vez por retrasar en la medida de lo posible la fecha de los debates y posteriores votaciones. Serán finalmente el 26 y 27 de septiembre, a más de un mes vista. La fecha suponía además la evidencia de que tanto PP como PSOE arrancaban ya sus negociaciones con otros partidos de cara a la investidura. El PNV era el primero en las dos listas. Aitor Esteban reconoció el miércoles que el PSOE se había puesto en contacto con ellos para arrancar las negociaciones. Arranca el baile de dinero, promesas y sillones. La formación vasca mantenía públicamente la dureza de su veto al PP, al que Esteban reconocía que su partido atendería por cordialidad, pero sin posibilidad de negociación alguna. 

A lo largo de las horas, el PP ha comenzado a explorar lo imposible: cuatro diputados críticos con su formación, sobre todo dentro del PSOE, capaces de facilitar la investidura de su candidato. Es decir, cuatro tránsfugas, o un pacto con partidos antagonistas como pueda ser Junts, la formación de Carles Puigdemont cuyos líderes han sido tachados durante años por el PP de “golpistas” tras la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) ocurrida en 2017. Este mismo jueves, era Esteban González Pons quien expresaba públicamente que Junts era un partido de cuya “legalidad nadie duda” y ponía el veto del PP únicamente en sentarse a negociar con Bildu.Por otro lado, eran el PSOE  y Sumar quienes mantenía el buen trato con Junts y Esquerra al prestar parte de sus diputados para que las dos formaciones tuvieran grupo propio en el Congreso. Y mientras tanto, Puigdemont y los suyos deshojan la margarita, sabedores de que salga el Gobierno que salga, siempre dependerá de sus votos para la estabilidad de su proyecto. 

El viernes comenzaron a sonar ya palabras como amnistía o perdón para quienes son reclamados por la Justicia española. “Siempre en el marco de la Constitución”, matizaban por parte del PSOE. Las ofertas, sin concreción alguna, empiezan a estar encima de la mesa. Y eso que quedan todavía más de 25 días para que España tenga a Feijóo como presidente o su candidatura quede descartada y le llegue el turno de intentarlo a Pedro Sánchez.